El reto de transparentar las elecciones en Honduras
El reto de transparentar las elecciones en Honduras
Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario
La estrategia antifraude promovida desde la alianza de oposición, al margen del sesgo o el interés partidista que lleva implícito, representa hasta cierto punto, la necesidad de todo un país, por un proceso electoral transparente, creíble y con reglas claras, una reforma integral que pueda poner a tono el sistema electoral con las exigencias democráticas.
Uno de los puntos fundamentales presentados en la estrategia de la oposición, tiene que ver con la trasmisión de los resultados desde las mesas electorales, no es desconocido que en los últimos procesos, este mecanismo ha sido duramente cuestionado por observadores nacionales y extranjeros, que atribuyen que la falta de transparencia y credibilidad es debido a la manipulación y el tráfico de credenciales.
Es preocupante que en la actualidad, las elecciones en Honduras, han alcanzado los más altos porcentajes de desconfianza ciudadana, con un Tribunal Suprema Electoral (TSE) que por su naturaleza política, cada vez está más lejos de convertirse en un ente independiente capaz de garantizar la correcta administración y manejo de los procesos electorales.
El sistema actual de transmisión de resultados ya no es saludable y mucho menos confiable, es urgente iniciar una reforma orientada a despartidizar las Mesas Electorales Receptoras (MER) y que no sean los partidos políticos los que asignen a sus representantes en las mismas, sino desde las diferentes organizaciones de sociedad civil, con ciudadanos que no tengan absolutamente ninguna afinidad con partido o candidato en particular.
Otro elemento de irregularidad que se corta con la despartidización de la mesa electoral, es el tráfico abusivo de credenciales a través de la proliferación de partidos políticos “de maletín”, esos que muy fácilmente aparecen en la escena política movidos no tanto por su caudal de popularidad, sino por la afinidad con el poder, porque son necesarios para el manejo de acreditaciones y el control de la mesa.
Esta no es una exigencia nueva, recuérdese que en agosto del 2011, se presentó una propuesta para “ciudadanizar” las mesas electorales con el fin de transparentar resultados y si bien para este nuevo proceso se acaba el tiempo y ya es difícil una reforma en este sentido, es urgente que el próximo año, un nuevo Congreso Nacional decida por la aprobación de una nueva Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas.
Es inadmisible que mientras todos los sectores políticos coinciden en que “la trampa” en los procesos electorales está en las mesas, hasta ahora no exista voluntad política para proceder a la reforma, y mientras el TSE continúe compartiendo la administración de las MER con los partidos, seguiremos empantanados en las tradicionales denuncias de fraude, manipulación de resultados, debilidad institucional e ilegitimidad democrática.
No transitar por la ruta de la reforma electoral implica llevar al país a un punto de riesgo, con una democracia frágil, carente de transparencia, legalidad y representatividad.
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