La cultura del consumismo y el hedonismo, nudo gordiano al futuro de nuestros jóvenes
La cultura del consumismo y el hedonismo, nudo gordiano al futuro de nuestros jóvenes
Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® japo916@yahoo.es
La posición geográfica de nuestro país es indudablemente envidiable y ha sido política y estratégicamente poco aprovechada por los hondureños, nos hemos limitado a “negociar” las bondades geoestratégicas y las riquezas naturales de la misma a cambio de beneficios mínimos, aunque es probable que algunos ciudadanos a través de los años hayan obtenido sendos beneficios en lo económico y en lo material.
De igual manera e hipotecando nuestra rica y centenaria cultura, nos ha afectado negativamente ya que hemos sido presas de la penetración cultural, ideológica y en los últimos tiempos penetrados en lo criminal a través de hechos sobradamente conocidos como el narcotráfico, lavado de activos, etc., que entre otros daños ha degradado el comportamiento de personajes de los diferentes actores del entorno nacional, en lo político, operadores de justicia, empresa privada, fuerzas militares y policiales, seducidos por la cultura del dinero fácil y creando sistemas frágiles que son fácilmente corroídos por el soborno y las gratificaciones materiales, que desembocan en una promoción estratosférica de la corrupción y la impunidad a todos los niveles.
Esta ilusoria acumulación de signos de progreso y felicidad en lo personal, familiar y social nos ha llevado a experimentar y vivir una feroz “cultura del consumo”, que inculca la sobriedad de la abundancia, inspirada de manera agresiva por una belicosa expresión mediática a través de una innumerable cantidad de fuentes televisivas, radiales, y escritos, acompañados además hoy día de las no menos explosivas redes sociales, que a diferencia de los medios periodísticos, carecen de regulación apropiada.
Todo lo anterior aunque es percibido a nivel de autoridades y de los pobladores en general que prefieren ceder sus espacios a los autonombrados representantes de la sociedad civil agrupada en una gran cantidad de organizaciones No Gubernamentales (ONG), no han abordado debidamente el efecto a futuro de un peligro en ciernes para las generaciones del futuro, que al tenor de su empuje juvenil se desbordan en el consumismo y el hedonismo sin límites, alimentada por esa manipulación publicitaria que incita al consumo, haciéndoles creer por diferentes estrategias que con este proceder y comportamiento, se aseguran una mejor calidad de vida, le edifica un prestigio pródigo en seguridad y felicidad al tiempo que le promueve una personalidad independiente, lo cual es una burda farsa porque en su mayoría dependen de los ingresos y haberes de sus progenitores o de sus abuelos edificados a través del trabajo de años, con la finalidad de construir un futuro para que sus descendientes por encima de todo, no sufran las privaciones que ellos pasaron.
Lo anterior, nos lleva a vivir una cultura del simulacro y espejismos, fomentando un sobre proteccionismo al joven en desarrollo, llevándolo a subsumirse en una total dependencia y por lo cual sublima la utilidad real de los objetos que puede adquirir o utilizar y se vuelve un consumidor inconsciente que entre otras cosas lo orilla a considerar la utilidad de las cosas más por status social y poder así presumir de lo que tiene no de lo que es, se despersonaliza y se deja llevar por los ambientes contaminados por el exceso del alcohol, drogas y las relaciones sexuales vacías, avivando su interés por la satisfacción temporal y evadiendo los compromisos formales, “solo viven el aquí y el ahora”, sofocados por el proceso de conversión al hedonismo del consumo y subyugados a un estilo de vida que se propaga entre los jóvenes y que solapadamente se está imponiendo en toda la sociedad, que acepta como normal esa “conducta moderna” que nos permita estar a la par de las sociedades del primer mundo, afincados a no aspirar a una sociedad auténtica sino a una sociedad polimorfa, enfocados en explotar al máximo la diversión y el gozo, sin miramientos ni compromisos, creándose en diferentes estratos las tribus urbanas, o los famosos NINIS y peor aún el espacio para huir de la realidad y refugiarse en las maras y pandillas.
Es probable que en mi visión del problema se perciba una dosis de mojigatería y crean además que estoy “colgado del pasado”, que debo aceptar la modernidad de estos tiempos y lamentaría que se tenga esta percepción, ya que solo pretendo llamar la atención de los amables lectores para que podamos de alguna manera ayudar a disuadir a los jóvenes en casa y en los centros de educación tratando de cambiar y evitar que esa visión hedonista y de consumo se consolide, concientizándole que en esa forma de pensar y actuar se construye una persona sin voluntad, sin referencias propias y sumamente dependiente, deben creársele condiciones para enfrentar y dar respuestas adecuadas, asumir las realidades y desmarcarse de las fantasías y las falsas banalidades.
Por supuesto y en relación a la seguridad personal. Debo incluir en este caso, los peligros de este fenómeno en la seguridad de las personas, que de manera inconsciente arriesga al joven que frecuenta los antros de vicio, espacios potenciales y actuales de organizaciones e individuos criminales que circulan como “clientes asiduos” o confundidos entre estos que tratan de “reclutar” esos jóvenes haciéndoles creer que les importan y lo único que buscan son clientes potenciales de sus pervertidos negocios.
En este último tramo es que se encuentra el peligro real, postergado o ignorado por las autoridades y la sociedad que nos acomodamos a la expresión moderna de nuestros descendientes.
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