“RONCAR Y RONCAR”
“RONCAR Y RONCAR”
LA consigna de la autocracia es atacar duro “al enemigo”. Allá no hay adversarios; las cosas son blanco y negro. Todo el que no sea camarada, o satélite del régimen, es enemigo. A cualquiera que los cuestiona, ya no digamos que los enfrenta, responden con la acostumbrada filípica. Cualquier dirigente de la oposición es tratado con los descalificativos más hirientes. Al club de expresidentes iberoamericanos que fueron a abogar por la liberación de los presos políticos –incluidos en este grupo Aznar y Felipe González– lo rociaron de ofensas. A Uribe lo han tenido en la mira desde que era uno de los pocos que le replicaba a Hugo Chávez. Los jefes de Estado de países vecinos, entre ellos Brasil, Argentina y a veces Colombia –recientemente al vicepresidente de ese país– han sido víctimas del embate. Al Secretario General de la OEA lo crucificaron cuando hizo mención de la Carta Democrática.
Obama, cuando aplicó sanciones, no se salvó de una que otra embestida, nada más que “el imperio” en vez de pelear los ignora. Más que un mero zipizape como el que hubo con el Rey de España –cuando le dijo al extinto “por qué no te callas”– a Rajoy lo tienen bastante magullado. Recién pidió “justicia, derechos humanos y libertad para los presos políticos venezolanos. La arremetida no se hizo esperar: ¿Mariano Rajoy? bandido, protector de delincuentes y asesinos. ¿Va a venir a Venezuela con la visión imperial, colonialista y racista que tiene de nuestros países?”. “Se le reventarán los dientes a Mariano Rajoy y a toda la derecha internacional si se meten contra Venezuela y si pretenden intervenirla”. “Basta de eufemismos –comentó el presidente argentino a un diario español–Venezuela no es una república”. “Ladrón y vendido –fue la respuesta de Nicolás– el bandido de Macri tiene 80% de rechazo y tiene un año de gobierno, mientras nosotros con 18 años tenemos sólido respaldo en las calles”. Sin embargo, no son irracionales como para no sopesar con quién se meten. El Departamento del Tesoro acaba de incluir en una lista al vicepresidente venezolano, asociándolo a actividades ilícitas. Uno de los más poderosos funcionarios a quien Nicolás acaba de delegar funciones claves del gobierno colocándolo a cargo del “Comando Nacional Antigolpe”.
Sumando a lo anterior la Casa Blanca, en lo que respecta a la política venezolana, toma el paso hasta ahora más atrevido. Un tuit de Trump “exigiendo la inmediata liberación del opositor Leopoldo López, ilustrado con una foto en la que aparece reunido con la Tintori, la esposa del reo, acompañados del vicepresidente y del senador Rubio de la Florida. ¿Cuál fue la recatada reacción del mandamás venezolano?: “Si nos agreden, callados no nos vamos a quedar; Venezuela va a roncar y va a roncar duro (…). Sin embargo, un ingrediente para ablandar: Si me preguntan ¿usted quiere pelear con el señor Donald Trump? No, lo digo claro, Venezuela quiere relaciones de respeto en términos de igualdad con la nueva administración”. Extraño, el diametral cambio de tono de la respuesta, cuando en otras ocasiones no economizaron invectivas contra el “imperio”, por acciones menos evidentes. Pareciera que, por el momento, ese estilo amedrentador del imperio, a muchos los tiene azorados.
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