DEUDA EXTERNA Y EL LEMPIRA



DEUDA EXTERNA Y EL LEMPIRA

NO es el caótico caso de Venezuela, pero cada vez que los técnicos de Banco Central deslizan la moneda sube de precio todo lo que el país importa. Y algo más, la tremenda deuda externa que ya acumula el país se multiplica –igual lo que se desembolsa como servicio de la deuda– ya que la devaluación obliga a pagar más lempiras por cada dólar. Hasta noviembre de 2016, la deuda externa total (pública y privada) era de 7,290.9 millones de dólares. Según los burócratas todavía hay más espacio para seguir enjaranándose ya que antes de la condonación el endeudamiento externo era 130% del PIB, mientras que ahora anda por 48% del PIB. Sin embargo el país paga unos 30 mil millones de lempiras anuales en concepto de servicio de la deuda. Ese monto se incrementa cada vez que el lempira se deprecia. Más o menos en esa misma cantidad de lo que se paga es lo que el país se endeuda. O sea que para tapar un hoyo tienen que destapar otro.

Aquí el lempira, aunque paulatinamente vaya perdiendo su valor, algo vale, mientras allá el dinero no vale ni el papel en que está impreso. En un solo mes de 1,300 bolívares por un dólar a que se cotizaba la moneda en el mercado negro, pasó a 2,400 bolívares por un dólar. Tal es la velocidad de la devaluación llevando el valor de la moneda al despeñadero que Nicolás –culpando a las mafias colombianas de una treta de acaparamiento para dejar sin dinero a los venezolanos– retiró de circulación el billete de 100 bolívares, hasta entonces el de más alta denominación para introducir los nuevos billetes de 500, 1,000, 2,000, 5,000, 10,000 y 20,000. Los pronósticos del caos inducido por Nicolás es que el país continuará en recesión más aguda. La inflación que pasó del 500 al 750% en el 2016 podría llegar a 2,200% en el 2017. En 13 meses el gobierno ha hecho 5 incrementos al salario mínimo. Sin embargo el equivalente de ese salario es de $60 al cambio oficial y $12 en el mercado negro. El incremento al salario mínimo ajusta para comprar un huevo. Como dijimos arriba, aquí no hay nada comparable con la desesperante situación que vive el sufrido pueblo venezolano. Sin embargo, la relativa estabilidad económica a la que la gente está acostumbrada, comienza a inquietarse. Enero está cerrando con una devaluación del lempira en función del dólar en el orden de 13 centavos. Las proyecciones del BCH, es que “un dólar podría llegar a costar 25 lempiras al cierre de 2017, tras registrar una depreciación superior a un cinco por ciento”.

La moneda nacional se ha depreciado 4.73 lempiras, frente al dólar norteamericano, desde el 26 de julio de 2011 cuando se implementó la banda cambiaria. En aquellos días el cambio era 18.8951 lempiras por dólar. Al día de ayer el lempira estaba a 23.7858. En la economía familiar la devaluación se ve reflejada en un aumento en los precios de ropa, el calzado, los utensilios personales, productos alimenticios de origen extranjero, viajes, servicios de telefonía. Aumenta el precio de la gasolina y las tarifas de la energía eléctrica. Para la industria sube el precio de las materias primas, los insumos básicos para la agricultura. Nadie desconoce que la devaluación sea un impuesto disfrazado. Como este año es político –cuando la oposición se vale de todo para hacer proselitismo– lo menos que pudiera desear el gobierno son brotes de insatisfacción.

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