Elecciones y políticos



Elecciones y políticos

Por Nery Alexis Gaitán
ngaitan@yahoo.com

Estamos de nuevo frente al proceso de las elecciones internas de los partidos políticos. Así debe ser en toda sociedad democrática; el proceso ininterrumpido para elegir autoridades le da credibilidad al sistema político. Democracia sin elecciones no es democracia. Aunque son muchos millones los que se derogan en estas elecciones, hasta aquí todo es normal y saludable en la vida política de nuestro pueblo; aunque nuestra gente, con hambre, contempla este proceso que, por lo general, no le brinda beneficios de ningún tipo.

En este proceso no hay novedades que valga la pena mencionar, a excepción de que el bipartidismo dejó de existir y hay muchos más precandidatos a puestos de elección popular. Lo que sí llama la atención es que los partidos antisistema como Libertad y Refundación (Libre), apoyen bajo la mesa la reelección presidencial, que ya hemos demostrado fehacientemente que es ilegal. Manuel Zelaya ilusamente cree que derrotará a JOH en las urnas, porque inevitablemente será el candidato presidencial. En todo caso de seguir dando la cara la señora Xiomara Castro, quien olímpicamente se fue a vivir casi al extranjero dando evidentes señales de que no le importamos los hondureños, solo es la mampara incondicional de su marido, ya que no tiene voz ni voto para nada.

Asimismo el Partido Anticorrupción (PAC), que en su momento parecía una alternativa seria, ha resultado ser solo una pieza tragicómica en el escenario político. Nasralla, sin ningún horizonte, despotrica contra todo y contra todos sin sentido alguno, aparte de su proceder insolente y altanero que lo distancia de los pobres por quien dice “preocuparse”. Un partido de reciente formación que tiene entre sus postulados la lucha contra la corrupción, que es el mal endémico de nuestra patria, pero que pronto se enfrasca en luchas internas por el poder y afloran a mansalva acusaciones de corrupción entre sus dirigentes, no deja de ser una estafa política más al pueblo hondureño; sobre todo a la juventud quienes en su mayoría apoyaron al presentador de televisión.

En este circo de las elecciones internas vemos las propuestas demagógicas de siempre, con las caras de siempre; la sangre nueva y el relevo generacional están ausentes, sobre todo en los partidos tradicionales que son manejados con absoluta verticalidad y como si fueran haciendas privadas del mandamás. Las pocas caras nuevas están plegadas al discurso vacío y simplón que domina la perorata política hondureña.

Es raro encontrar discursos de calidad, verídicos, honestos, sinceros, que reflejen un análisis consecuente de la realidad y que incluyan verdaderas alternativas de cambio y mejoría de la calidad de vida. Parece que el político nuestro, superficial, deshonesto, sin formación política, económica o social, cree que usando una cancioncita de moda, o diciendo que es alegre, “el alero de todos”, o porque tiene “chocoyos” deben votar por él, no deja de ser un insulto a todos los hondureños. Estos políticos creen que el pueblo es tonto, pero no se quieren dar cuenta que la realidad es otra y que más temprano que tarde deberán rendir cuentas de sus actuaciones mezquinas y en muchos casos delictivas.

Es indignante ver siempre a políticos corruptos en las planillas de todos los partidos políticos. Así las elecciones en Honduras -primarias y generales- no dejan de ser solo un espectáculo para mantener una democracia que en verdad hace aguas por todos lados. Votar por los ingratos de siempre es seguir con lo mismo: la corrupción que nos corroe hasta los huesos.

Hagamos la diferencia, votemos esta vez por personas honestas, que sí las hay. Los hondureños merecemos vivir en una verdadera democracia.

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