PECAR DE INGENUIDAD
PECAR DE INGENUIDAD
“Honduras debe replantear sus políticas económicas en el contexto de las posturas proteccionistas y restrictivas a la inmigración de la administración norteamericana que reducirían los flujos de remesas”, alertaron analistas durante un encuentro en Tegucigalpa. El foro de economistas concluyó que, “un entorno con menos remesas, bajaría los niveles de consumo entre la población y consecuentemente se caerían las proyecciones de captación de impuestos”. (¿Hasta ahora reparan en eso?). “También, se aceleraría la devaluación del lempira frente al dólar y se encarecería más la deuda pública y privada que está dolarizada”. Esas son verdades de Perogrullo que no ocupan mayor sapiencia económica. Bastaría con leer los editoriales de este periódico para enterarse sobre eso mismo que ya días venimos advirtiendo.
Alguien propuso “la creación de un fondo para los retornados, estructurado con recursos estatales, municipales y privados para hacerle frente a un masivo ingreso de deportados”. Pues qué bien, una asistencia humanitaria. Aunque lo que se ocupa son propuestas, no para ensanchar los subsidios, sino para crear trabajos que se encarguen de absorber tanto desempleado que regresa como al inmenso volumen que se quedó. ¿Qué medidas aconsejan los economistas para generar fuentes de empleo? ¿Qué recomiendan hacer con la abultada carga impositiva que pesa sobre la adolorida espalda de la iniciativa privada? ¿Los obstáculos que elevan los costos de operación e impiden que las empresas sean competitivas? Quizás las respuestas lleguen cuando se realice el próximo foro. Lo otro que recomendaron fue “prepararse ante una eventual revisión del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, ya que sería una oportunidad para renegociar aspectos nocivos para la economía hondureña, como la reducción de aranceles para sectores sensitivos como los granos básicos”. Eso es pecar de ingenuidad; asumir que en una renegociación del tratado, los norteamericanos vayan a retroceder en lo que para ellos representa un beneficio. Ello es inundar estos países de todos sus artículos agropecuarios, ahora que están por vencerse las cláusulas de salvaguarda. Las “estrellas” que negociaron ese tratado –por Honduras participaron principiantes que siguen atornillados al engranaje público– lo hicieron en detrimento de la agricultura hondureña. Sacaron ventaja para la maquila, pero entregaron en bandeja de plata el sector agrícola que, dentro de pronto –cuando se agoten los aranceles y las cuotas a lo importado de Estados Unidos– va a estar en serios aprietos.
En este momento, cuando la nueva administración norteamericana ha denunciado estos tratados de libre comercio como desventajosos a su interés, es de ilusos creer que en lo que les favorece vayan a estar anuentes a una revisión para beneficiar a la otra parte. Más bien de esa revisión lo que podría suceder es que aquellos sectores que ahora son beneficiados al concluir la renegociación vayan a terminar perdiendo. Uno de los expositores del foro “lamentó que el tema económico esté ausente en el discurso de los políticos con opciones a gobernar al país”. Lo que hemos venido diciendo en esta columna editorial. Por lo menos evidencia que leen el periódico. Ahora bien, ¿qué cosa novedosa o iluminada plantearon sobre esos enormes desafíos nacionales? Nada menos esperaría el amable público de un cónclave de expertos economistas montado para dar luces a la sombría situación que plantean.
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