LOS PRELADOS Y LA “VACIEDAD”



LOS PRELADOS Y LA “VACIEDAD”

Insistentemente en esta columna editorial hemos lamentado el desapego de la clase política a las preocupaciones ingentes del hondureño y lo vacío del debate público. No hay atractivo alguno en abordar ninguno de los apuros que atraviesa el ciudadano común y corriente. No se sabe si por carencia de bagaje intelectual para profundizar en cosas tan serias y cuestiones tan delicadas o porque el espectáculo sectario es lo que exacerba el sentimiento de la afición. Dudamos que alguno quiera tocar a fondo la verdadera problemática nacional, a riesgo de lucir muy aburrido. Menos ahora que, de cara a las elecciones primarias, lo que los ocupa es la rebatinga por los cargos de elección popular. Creíamos que plantear lo anterior, ante la pasmosa frivolidad de una sociedad aparentemente desprendida de las realidades, era como arar en el mar. Sin embargo alienta comprobar que no estamos solos en esta ansiedad y que hay muchos otros igualmente desconcertados.

La Conferencia Episcopal acaba de pronunciarse en términos muy parecidos: “En pocos días realizaremos elecciones internas en un ambiente social con importantes desafíos: las amenazas que suponen la creciente violencia, la corrupción y la impunidad, la desconfianza de la población hacia ciertas instituciones públicas; así como la necesidad de acceso a la vivienda, al trabajo, a la salud y la seguridad alimentaria. Este panorama sombrío nos obliga a modificar nuestra pregunta: no es, ante todo, “¿a quién voy a elegir?”, sino más bien “¿Por qué voy a participar en las elecciones?” Los religiosos, se van de frente: “Constatamos que existe una gran decepción por la vaciedad de la actual propaganda electoral, al repetir, tristemente, los rasgos de poca profundidad y falta de respeto, que ofende la inteligencia de una parte de la ciudadanía, y no presenta propuestas concretas a los problemas señalados anteriormente”. “¿Qué candidatos estarán dispuestos a participar en eventos que permitan ser interrogados y confrontados con otros candidatos, a fin de dar a conocer su visión de país y sus intenciones y propuestas?”. Pero no todo es reproche, ya que animan a los ciudadanos a que “la decisión tomada en el proceso electoral se guíe por los principios que son fundamentales en toda convivencia democrática”. Entre ellos los siguientes:

“El convencimiento y la firme decisión de que elegimos para caminar hacia un país con equidad en las relaciones sociales, con derechos reconocidos para que todos vivamos con dignidad. Pero también queremos construir un país donde la justicia, vinculada a lo moral y a lo legal, sea una realidad que incluya por igual la vida de todos los ciudadanos”. “La aspiración común del pueblo a tener certeza sobre la transparencia en la conducta del candidato y del partido; la veracidad de sus propuestas será medida por la factibilidad de sus proyectos y la credibilidad de sus obras. Se debe ir desenmascarando la corrupción, la demagogia, el populismo y la manipulación, que son variantes de la mentira, porque el árbol bueno se conoce por sus frutos”. “La solidaridad entendida como la “determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. Para concluir, los prelados llaman a la feligresía a la siguiente reflexión: “Los electores deben preguntarse, antes de elegir, cuál de estos movimientos o corrientes es coherente con los principios que hemos enunciado”.

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