Con todo, algo está funcionando


Con todo, algo está funcionando

Por Juan Ramón Martínez

Una preocupación recorre el mundo. Posiblemente nunca después de octubre de 1962, había pasado algo parecido. En todo caso, desde entonces, se estableció que la destrucción de los enemigos nucleares, sería mutua. Y que había que enfundar los revólveres y negociar. Estados Unidos pese a su superioridad balística y nuclear, evitó la confrontación. Convencido que su adversario, al fin se debilitaría económicamente y no podría continuar en la competencia. Ahora en cambio, hay una nueva lógica del juego mortal: el provocador, quiere tensar los nervios del adversario, hasta hacerlo levantarse de la mesa, tirar las cartas y salir, avergonzado, con los nervios destrozados. Ello conlleva, un nuevo riesgo: que los nervios del otro, se tensen y, en vez de avergonzarse, asuma el reto, obligando al brabucón a disparar. Los premios nobeles, que siguen este probable camino al holocausto, han adelantado el reloj que marca los riesgos del fin del mundo y el momento que los adversarios, disparen mutuamente, comprometiendo la existencia humana sobre la tierra. La totalidad o una parte de la misma.

Hay muchos frentes abiertos. Demasiados. Y los espectadores, se mantienen, confiados que los frenos para evitar la catástrofe, puedan funcionar. La medida para impedir que los viajeros, con sus documentos en regla, incluso algunos nacidos en Estados Unidos, es muy estremecedora. Pero además, una prueba de la democracia de los Estados Unidos: la independencia de los tres poderes, la igualdad de los mismos y el imperativo de respetar la Constitución. El que la fiscal general interina haya desobedecido una orden ejecutiva, porque la considerara ilegal, aunque le ha costado el cargo, es una muestra de la salud del sistema de pesos y contrapesos de la democracia. Y prueba que al populismo, bajo un discurso engañoso, lo que le interesa, es el goce del poder. Ahora que un juez federal de Seattle, ha suspendido, en carácter cautelar, y ratificada por una Corte Federal, la medida de la Casa Blanca –elaborada por personas que ignoran cómo funciona el sistema político y legal de los Estados Unidos– después de Nixon, que también era un peleador, nervioso e inestable, el actual titular del Ejecutivo la ha emprendido en contra de los jueces. En el caso de Nixon, un juez le ordenó entregar las cintas en que había grabado todas las conversaciones suyas, lo colocó entre la espalda y la pared. Al final optó por la renuncia.

Confirmando que allá, en efecto, los jueces no legislan; pero aplican la ley, sin excepción alguna, porque nadie está por encima de la misma.

La impresión que tienen los líderes de la Unión Europea, las discretas expectativas de rectificación de la confrontación que anticipa generosamente el Papa Francisco y la perspectiva taurina del toro que embiste y embiste hasta que se cansa, es que el Presidente de los Estados Unidos, termine sometiéndose al imperio de la ley; que el Congreso inicie un juicio en su contra. O que él mismo renuncie, fuera de sí, impotente de hacer su voluntad y no la que dejaron establecida los “padres fundadores”. Tenemos algunas impresiones, muy de lejos por supuesto que, con tanta prisa para la confrontación interna y externa, el inquilino de la Casa Blanca, que parece necesitar emocionalmente imponerse sobre todo al sistema político de su país y del mundo, baje su presión; que sus secretarios de Estado, implicados en incómodos en una situación de rechazo popular, renuncien, de sus cargos; que los congresistas y los senadores, den señales de inquietud una vez que las encuestas muestren la impopularidad de las formas cómo se ejerce el poder en Washington, y envíen señales a la Casa Blanca, tendentes hacia la moderación.

Por supuesto, esta es una visión racional. Pero como todo es imprevisible en este momento, un ataque nuclear a Irán por ejemplo, que no tiene capacidad para amenazar con armas nucleares a Estados Unidos; pero sí a Israel, podría desencadenar una reacción, igualmente irracional de Corea del Norte que, sí puede comprometer a Canadá, México o Estados Unidos. Ignoro cómo el Pentágono reacciona ante una orden de ataque nuclear. No sé si los militares pueden frenar la pérdida de control. O, por obediencia, permitan que su país inicie un ataque nuclear. No lo sabemos. Pero esperamos que lo eviten. Por la paz.

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