Políticos decadentes

Políticos decadentes

Por Nery Alexis Gaitán

De todos es sabido que ingresar a la política en Honduras, tiene como única finalidad enriquecerse impunemente; y, de paso, representar solo los intereses del grupo de poder a que se pertenece. Y nunca defender los sagrados intereses del pueblo hondureño.

Los políticos nuestros, decadentes hasta el extremo, desde siempre han condenado al pueblo a la miseria. Fabulosas cantidades de dinero se han invertido en la erradicación de la pobreza, pero todos esos millones nunca han llegado a las manos de quienes en verdad los han necesitado.

La corrupción es la plaga que ha azotado a la nación y se ha instaurado en todos los estratos de la sociedad; pero, los políticos en el poder, se llevan el galardón en la villanía. Las diversas administraciones presidenciales son soberbios monumentos de corrupción, esa ha sido la norma. Ninguna ha hecho la diferencia defendiendo los intereses de los pobres. Así ha sido y parece que siempre será así, la calidad humana de los políticos actuales así lo indica.

De momento existe una oposición política totalmente decadente. En ningún momento dejan entrever que están interesados en defender y mejorar la calidad de vida de los pobres, quienes son la mayoría en este país. Las luchas internas por posiciones de poder, solo dejan en evidencia que son políticos deshonestos, hipócritas, apátridas. Su desgastado discurso populista está totalmente desfasado; su falta de propuestas de cambio solo refleja que desconocen la realidad nacional en todos sus aspectos.

Específicamente, el partido Libertad y Refundación (Libre), ha perdido beligerancia política al no poder mantener una unidad partidaria; y es que la mayoría de sus líderes están enfrascados en luchas personales mezquinas, ya que todos andan tras la búsqueda de dinero y poder a costa de lo que sea. Eso ha cansado a sus seguidores que en un gran porcentaje han emigrado de sus filas y han vuelto a militar en los partidos tradicionales de trayectoria democrática.

Vaticinando una segura derrota, al ver que el pueblo hondureño ha rechazado su discurso antidemocrático, optaron por cambiar de candidato presidencial, ya que la señora Xiomara Castro, es casi un fantasma en el ámbito político. Creyendo ganar una notoriedad perdida optaron por efectuar una alianza fatídica y colocar al “señor de la televisión” como candidato presidencial.

Pero parece que el tiro le salió por la culata a Mel Zelaya, ducho en componendas, ya que Salvador, descalificado desde todas las perspectivas posibles, es obvio que lleva el barco de la Alianza a un seguro naufragio. Nasralla, quien no goza de simpatía entre muchos seguidores de Libre, cada vez que habla se pone la soga al cuello; ha hecho gala de su inexperiencia política, de su torpeza, de su intolerancia, de su malcriadeza y, sobre todo, que no le importa nadie que no sea él mismo. Mientras tanto, a los pobres que se los lleve el vendaval del abandono.

Es obvio que elegir a Nasralla para reavivar una oposición en agonía, ha sido un mayúsculo error de Manuel Zelaya, ya que este pintoresco personaje lleva a la Alianza una secuela de líos, peleas, torpezas de toda naturaleza, pero lo peor es que lo expulsaron del Partido Anticorrupción, señalado supuestamente de haber despilfarrado millones de lempiras de ese instituto político.

Nasralla, irresponsable hasta más no poder, se cree un monarca al cual hay que rendirle pleitesía. Ya que según él, al llegar a la Presidencia, está por encima de la ley y se encuentra facultado para hacer su santa voluntad sin rendirle cuentas a nadie. “Ni siquiera una escritura pública tiene validez” ante su majestad Nasralla.

Lo dije al principio, la decadencia de los políticos hondureños es evidente. ¿Hasta cuándo pondrán los intereses de las mayorías en primer lugar? ¿Cuándo se erradicará la corrupción? ¿Cuándo irán a la cárcel los delincuentes de cuello blanco? Necesitamos urgentemente respuesta a estas interrogantes. ¡Los hondureños merecemos un mejor destino en la vida!

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