“DESACOPLE CON LA ECONOMÍA REAL”
LA Comisión Económica para América Latina –alarmada por la desaceleración económica en muchos países del continente– acaba de descubrir lo que ya días venimos planteando en esta columna editorial. Se ha dado cuenta que, “durante mucho tiempo el manejo macroeconómico en los países latinoamericanos se concentró en controlar la inflación y el déficit en cuenta corriente”. También se percata hasta ahora que, “el modelo exportador al que se jugó América Latina no está funcionando y esto se refleja en la persistente desigualdad”. Y esta es la conclusión toral a la que llega la CEPAL: “La región deberá superar el desacople que aún persiste entre la macroeconomía y la producción o la economía real”. Precisamente lo mismo que hace días venimos reseñando. Ello es que una cosa son las cifras macroeconómicas –que reflejan mejoría de algunos sectores de arriba a costa del apuro que sufren los de abajo– y otra el comportamiento de la economía en su contexto integral. La otra economía –la que abarca la masa mayoritaria de los que integran el mercado– no percibe esa dicha macroeconómica.
Hemos sostenido que solo un modelo generador de riqueza –que provea la suficiente oferta para atender la demanda– puede corregir los desajustes del mercado, disminuir las desigualdades sociales, incrementar los ingresos estatales, provocar un crecimiento sano de la economía, crear empleos, atraer inversión, ampliar los ingresos de las familias, producir bienestar colectivo y reducir la pobreza. Cuando hay suficiente riqueza que redistribuir –no pobreza para repartir– todos se benefician. Las medidas de contracción exigidas por el FMI atentan contra ese modelo, ya que buscan corregir los desequilibrios del mercado no aumentando la oferta de bienes y servicios sino asfixiando la demanda. Aparte que las medidas de encogimiento no van orientadas a beneficiar la economía en su contexto integral, solo buscan, por encima de cualquier otra cosa, captar mayores ingresos para el fisco a costa de exprimir los sectores productivos y de sofocar los consumidores. No es intención nuestra desalentar los acuerdos con el FMI. No hay forma que estos países acabados puedan obtener préstamos si no es mostrando ese certificado de buena conducta. Y sin esos recursos frescos, sin los ingresos en dólares, la crisis es mayor. Tampoco esto quiere decir que los gobiernos deben gastar como barril sin fondo. O que el país no requiere ahorrar. O que no haya necesidad de hacer sacrificios. Claro que si uno se excede sobre sus posibilidades reales se ocupa de correctivos.
Pero el correctivo que proponemos no es socar más a los que ya están amolados, sino estimular la economía para que produzca. Además aumentando la productividad. Haciendo, por medio de la tecnología, que el sistema sea más eficiente. El modelo que aplica el FMI es el equivocado. La vaina es que estas “aves agoreras” lo que buscan es ajustar a como dé lugar sin importarles mucho la estabilidad política o social de los países. Si la gente revienta de desesperación, pues eso es caos interno en cada país. Ellos no viven en el lugar donde aplican sus recetas. Veamos el diagnóstico de la CEPAL y lo que sugieren: “Un crecimiento de 2 ó 3% en América Latina es insuficiente para lograr los objetivos que se buscan de una inclusión social efectiva”. “Lo más importante es que la región tome conciencia de sus fortalezas y debilidades pues no basta solo con contar con recursos naturales y materias primas, sino hacer cambios estructurales en la orientación del modelo de desarrollo, en la participación público privada y en la institucionalidad democrática”. Pues bien, no es mucha la guía que ofrecen. Ese es pecado de muchos economistas, solo plantear las penas y no ser específico en cuanto a las soluciones. Pero en lo que sí están claros es que lo actual no está dando resultado.
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