EL HARTAZGO
EL HARTAZGO
Como que no le está yendo muy bien al vecino país con el “outsider” –conocido antes de incursionar en la política por “Moralejas”, un programa cómico en la televisión– ya que la gente esperaba un cambio que no ve por ningún lado. Recordará el amable lector las marchas de los indignados en las calles guatemaltecas reclamando la salida del general “mano dura”, al que obligaron a dimitir. Hoy se encuentra preso, junto a su vicepresidenta y varios cercanos colaboradores, acusados de casos de corrupción. La agitación social ocurrió precisamente cuando los guatemaltecos se encontraban en los meses finales del proceso electoral. Por un momento, la presión en las calles contra el gobierno, pero también demandando una posposición de los comicios, era tan intensa que hubo dudas si se realizarían las elecciones. Sin embargo el día de práctica comicial, la gente salió a votar.
Las fuerzas antisistema y la decepción de los ciudadanos con la clase política hizo que el advenedizo, arropado en su lema de campaña “ni corrupto, ni ladrón”, subiera como la espuma en las encuestas. Sin mucho más que decir o propuesta novedosa que presentar, acabó arrollando a los más experimentados y conocidos contendores. Uno de ellos, el candidato oficial, sufrió una estrepitosa caída en la opinión popular cuando estallaron los escándalos de corrupción mientras la esposa de un presidente anterior, que había intentado inscribirse en elecciones anteriores divorciándose de su marido para evadir las inhabilidades legales, apenas obtuvo el tercer lugar. Pese a que el partido que lo postuló era integrado por militares retirados de la época de la guerra civil, la toma de posesión del joven presidente llenó al pueblo de esperanza. Para demostrar que las cosas se harían diferentes solía hacerse acompañar del fiscal colombiano de la CICIG, al que colocaba en la silla contigua, en los primeros actos ceremoniales. En cierta ocasión anunció que todos sus ministros y altos funcionarios debían ser certificados por esa comisión internacional. Pasados ya varios meses de la gestión su capital político se ha disipado. De un 80% de popularidad que tuvo al iniciar, transcurrido su primer año de gobierno era tal la desilusión que la cifra rondaba en el 20%. Ahora otro revés acabadito de salir del horno:
“El hermano del presidente de Guatemala fue arrestado, por su supuesta implicación en un caso de corrupción en el Registro General de la Propiedad (RGP)”. Y algo más. La fiscal general anunció que también “el hijo del presidente del país, tiene orden de captura y espera se presente voluntariamente ante la justicia”. Explicó que “sobre el joven pesa una orden de captura, por un caso de corrupción, pero que por razones legales no pueden allanar la Casa Presidencial para su detención”. Analistas que opinan sobre la incapacidad del gobierno de enfrentar los problemas deducen que, “el temor del presidente a la CICIG y a la Fiscalía, ahora que sus familiares pueden ser encarcelados, es una debilidad que los militares explotan magistralmente”. Pues bien, allí tienen, no hay que ir muy lejos para aprender lecciones. Si es cierto que la política es un circo no se trata de colocar al que mejor entretiene en el cargo de un estadista. A propósito de los hartazgos con los partidos tradicionales; en política no basta ansiar botar lo que no gusta sino de no ignorar lo peor que puedan resultar las cosas de allí en adelante.
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