¡¡¡Apesta a podrido!!!

¡¡¡Apesta a podrido!!!

Por: Óscar Antonio Oyuela Castellón
La corrupción hace tiempo hizo metástasis en América Latina y el Caribe. El continente apesta a podrido. En época de los caudillos solo el dictador y sus hombres robaban, después se amplió la corrupción con la fórmula “80 y 20”, es decir, 80% para obras públicas y 20 para el bolsillo del burócrata y sus cómplices. En años recientes se invirtió la fórmula pasando a “20 y 80”, 20% para obras y 80% de movidas. La corrupción es la principal causa del atraso, pobreza y miseria que entre otras desgracias ha producido la migración ilegal de niños, jóvenes y mujeres hacia Estados Unidos. El recién electo Presidente Donald Trump, junto a dos de sus principales asesores, invitó a su lujoso despacho de la “Tower Trump” a consultores latinos internacionales y a un exembajador de Guatemala en Washington para conocer su opinión sobre la corrupción, la narcoactividad en Centroamérica y la crisis política- económica de Venezuela. Los 20 minutos que concedió Trump a sus invitados, fueron suficientes para tener un panorama claro de lo que está sucediendo en la región. Tomaron nota los asesores de Trump: Carlos Gutiérrez y David Duckenfield exsecretario de Estado Adjunto, administración Obama. Es probable que Trump antes de tomar alguna decisión con respecto a sus vecinos del sur escuchará el criterio de los senadores y congresistas republicanos: Rafael Edward “Ted” Cruz, Marco Antonio Rubio, Ileana Ros Lehtiner, Mario Díaz Balart y Carlos Curbelo, para que lo ilustren de todo cuanto saben de estos países. Ojalá incluya a Thomas Sahnnon, consejero del Departamento de Estado y William Brownfield, secretario adjunto de Estado y el jefe del Comando Sur.

En su campaña política realizada en el estado de Texas, Trump prometió “terminar con el flagelo de la corrupción en América Latina y el Caribe”. Señaló como responsables a “los políticos corruptos que son un cáncer para la sociedad. Latinoamérica está llena de ellos, yo los acabaré a todos”. Prometió crear “comisiones en contra de la corrupción e impunidad en cada país latinoamericano y caribeño, 100% financiados por el gobierno de los Estados Unidos para evitar que los políticos locales manipulen la comisión, el fin sería extraditar ladrones de cuello blanco, políticos y diputados, ministros y presidentes corruptos”. “Todos ellos irían a parar a cárceles de máxima seguridad en Estados Unidos donde sus sobornos no valen un centavo. Comenzaré en Centroamérica, empezando en República Dominicana, luego Suramérica y por último México”.

Dijo Trump que “la gente emigra ilegalmente a Estados Unidos porque en sus países son un asco y es por culpa de los corruptos que se roban el dinero. Si los países administraran bien, la gente se quedaría allí”.

Solo para mencionar algunos de los más recientes sonados casos, en Brasil se investiga a PETROBRAS con la operación “Lava Jato” que salpicó a Lula, a Dilma y al actual presidente Michel Temer. En Argentina, la administración de Néstor Kirchner y en la de su esposa Cristina, fue denunciada por corrupción por la exdirectora del Área de Comunicación Presidencial, asegurando que salían bolsas llenas de dinero en efectivo de la Quinta de Olivos, la residencia oficial del presidente, como en la Casa Rosada, también se realizó la investigación denominada “La ruta del dinero K”, que iba de Buenos Aires a Uruguay, después a Panamá y finalizaba en bancos suizos. El exsecretario de Obras Públicas de la última administración Kirchner, intentó burlar la justicia escondiendo dinero en sendos sacos en un convento cerca de la capital, con la complicidad de dos monjas. En Venezuela es un asco, y así, podríamos contar más historias de la podredumbre que nos ahoga, pasando por los “azos” en Honduras y el resto de Centroamérica, hasta llegar al escándalo de novela de “Casa Blanca” de la “Gaviota”, esposa del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto.

China aprobó la pena de muerte para los funcionarios corruptos, también se aplica en Taiwán, Singapur, Tailandia, Indonesia, Malasia y Arabia Saudita. El presidente filipino Rodrigo Duterte dijo hace algunas semanas que está dispuesto a lanzar al mar desde un helicóptero a los corruptos. Confesó que “yo lo hice una vez. ¿Por qué no podría hacerlo de nuevo?”.

No tardan en salir aquellas conocidas voces chauvinistas o patrioteros invocando el principio de soberanía nacional, soberanía popular, libre determinación de los pueblos y los derechos humanos. El Derecho Internacional tiene mecanismos idóneos para que Estados Unidos algo pueda hacer, lo que nosotros mismos nunca hemos hecho para controlar tan terrible flagelo. De nada han servido las recomendaciones de Transparencia Internacional, del BID y del Banco Mundial sobre nitidez en los negocios del Estado, rendición de cuentas, y auditorías periódicas a cargo de firmas independientes internacionales, y la tal “accountability” o principio de responsabilidad con fundamentos de moralidad. En algunos casos, tenemos la sospecha que algunos funcionarios de estos organismos financieros están coludidos con burócratas rateros que manejan discrecionalmente los préstamos de cuestionados proyectos. Si esto fuera cierto, estaríamos jodidos por todos lados. Veremos qué hace Trump, lo que nosotros no hemos podido hacer para controlar esta catástrofe que nos está condenando a vivir eternamente hundidos en la pobreza y la miseria.

¡¡¡Tal vez ocurre un milagro!!!

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