“Nacionalistas” y “marxismo”

“Nacionalistas” y “marxismo”

Por Segisfredo Infante

En los debates públicos, radiales o televisivos, entre algunos cuadros del Partido Nacional de Honduras y algunos voceros de la llamada “izquierda” hondureña, he sentido, desde hace varios años, el extraño malestar de la incongruencia. Incluso he llamado por teléfono para formular sugerencias al “vacío”. Varios de los nacionalistas abordados, incluso buenos amigos, ni siquiera se han dado por aludidos. En tanto que resultan evidentes las ventajas discursivas de los supuestos representantes de la izquierda frente a las lagunas ideológicas de algunos colegas nacionalistas, incluyendo a varios liberales. Las ventajas y desventajas provienen de la ausencia casi absoluta de conocimientos respecto del viejo marxismo-leninismo y de la historia ideológica de los últimos dos siglos, por decir algo, en que los “izquierdistas” de cada turno perecieran personas muy duchas por la habilidad metodológica que adquieren (es decir por la ausencia de método) para mezclar todos los temas, expresar medias verdades superficiales y refundir en casi todo lo que dicen una especie de salchicha ideológica en que los oyentes ingenuos quedan desconcertados o impresionados por el lenguaje burlón en que los “izquierdistas” de estos patios suelen atrapar incautos. Cuando hablan se parecen al personaje “Salvatore” de la novela “El Nombre de la Rosa”, del semiótico italiano Umberto Eco. Pero son pocos los que percibimos tales mescolanzas y las mentiras enumerativas. Incluso las profundas ignorancias acerca del marxismo-leninismo de los supuestos marxistas.

Hace unos cuatros años aproximados, cuando el licenciado Juan Orlando Hernández se había convertido en el candidato presidencial del Partido Nacional, conversé con Tulio Mariano González, José Noé Cortes, “Tavito” Sánchez Barrientos y creo que con Luis Martín Alemán, acerca de la necesidad imperiosa que los voceros nacionalistas, potenciales o concretos (además de socialcristianismo y de “economía social de mercado”), recibieran un cursillo intenso de seis meses sobre marxismo-leninismo para poder enfrentarse con alguna desenvoltura frente a sus posibles adversarios. Los correligionarios expresaron que estaban de acuerdo conmigo, y que además había disponibilidades monetarias para financiar un cursillo de tal naturaleza. Me preguntaron los posibles nombres de los charlistas. De inmediato les sugerí el nombre del abogado Rigoberto Espinal Irías, un buen “cachureco” de vieja guardia que manejaba el lenguaje marxista con la necesaria fluidez conceptual. Pero alguien me dijo que Espinal Irías (QEPD) se encontraba resentido con algunos dirigentes del gobierno de Porfirio Lobo Sosa. También vino a mi mente el nombre de don “Meme” Acosta, un humanista de las filas del Partido Nacional. Igualmente hubiera sido posible don “Chico” Cardona Argüelles, un erudito de largo y ancho recorrido, hoy por hoy prácticamente retirado. La verdad es que nunca, hasta este momento, se ha cristalizado el proyecto del cursillo básico de marxismo-leninismo sugerido, en un momento en que los nacionalistas requieren más que nunca conocer con urgencia los lenguajes de las izquierdas neopopulistas; y de los “izquierdistas” en general.

En los debates públicos recientes quizás los únicos “cuadros” nacionalistas que sobreentienden las jugadas terminológicas de los supuestos marxistas del siglo veintiuno, y los entresijos de la historia de los últimos dos siglos, son el abogado Oswaldo Ramos Soto, don “Billy” Joya y creo que Fernando Anduray, sin desconocer que en el “Partido” hay otros tigres de viejo recorrido que muy raras veces se pronuncian en público. Es menester que otros “cuadros” del “Partido” se preparen desprejuiciadamente, en tanto que los tiempos que se avecinan son anormales, caóticos o confusos, y se requiere de un lenguaje recio que se sobreponga a los revoltijos y a las vulgaridades de algunos contertulios. Que conste que estas observaciones son válidas también para los voceros del Partido Liberal de Honduras, en donde algunos de sus militantes jamás de los jamases comprendieron las diferencias sustanciales entre el liberalismo y el marxismo, dos ideologías contrapuestas como el agua y el aceite. (Karl Marx, fundador de la ideología de la violencia de la historia, detestaba a los “liberales” de su época. También detestaba a los anarquistas, para que estos últimos no se hagan ningunas ilusiones. Sobre todo detestaba a Pierre Joseph Proudhon).

Siempre he dicho que yo respeto a los verdaderos marxistas. En Honduras subsisten algunos marxistas aislados respetables, cuya alianza con don Manuel Zelaya Rosales me resulta absolutamente incomprensible. Especialmente saludo con respeto a los que verdaderamente han leído por lo menos el tomo uno de “El Kapital”. Pero se debe subrayar que muchos de los “izquierdistas” dictatoriales que fingen ser marxistas, se especializan en enumerar y enredar problemas económicos, políticos, sociales y de seguridad, que ellos jamás de los jamases resolverían si retornaran al poder. Su discurso suele ser burlón, caótico, ranciamente enumerativo, y vacío de concepciones realmente marxistas. (Tampoco me he cansado de recordar que el verdadero revolucionario V.I. Lenin despreciaba a los populistas del siglo diecinueve, y a los “izquierdistas” de cualquier pelaje).

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