Para comunistas la religión es el opio del pueblo
Por José Rolando Sarmiento Rosales
Lo expresado por Karl Marx y sostenido por Federico Engels, Lenin, Stalin, Plejanov, Troski, Hegels, en los contenidos del materialismo dialéctico e histórico, se refleja en nuestros días con la acción emprendida en la Asamblea Legislativa de Chile, por la joven diputada elegida por el Partido Comunista Chileno, Camila Antonia Amaranta Vallejo Towling, al introducir una iniciativa para eliminar la utilización de una oración invocando a Dios en la apertura de las sesiones ordinarias y en los actos protocolarios del Poder Legislativo, cambiándolo por la expresión de exaltación de Chile y los chilenos, a tono con la existente separación del Estado y la Iglesia, o las religiones, dizque para respetar cualquier otra creencia existente que no sea la cristiana.
Como se sabe en la doctrina marxista leninista profesada en el sistema comunista de la desaparecida Unión Soviética, el pilar filosófico fundamental del materialismo dialéctico es lo que define como “la cuestión básica en filosofía” que se refiere a la relación entre el mundo material (la realidad) y su independencia con respecto al ser (la conciencia), lo espiritual.
“El desarrollo de las ciencias destruye definitivamente la creencia idealista de que el mundo esté basado en lo supernatural, en lo espiritual”. De esta manera, el materialismo dialéctico está necesariamente vinculado y es inseparable del ateísmo científico: “puesto que solamente lo que es material es perceptible, conocible, nada es conocido de la existencia de Dios”.
En La Sagrada Familia o Crítica de la Crítica Crítica, del cual la anterior cita es tomada, Marx y Engels demuestran que el ateísmo es representativo de las clases progresistas -en particular de la clase burguesa del siglo XVIII- que debieron luchar contra las concepciones feudales y religiosas reaccionarias.
Esta es la famosa cita textual de Karl Marx en relación a la religión: “La base de la crítica irreligiosa es esta: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre. En otras palabras, la religión es la autoconciencia y la autoidentidad del hombre en tanto que este no se ha encontrado a sí mismo o se ha extraviado de nuevo. Pero el hombre no es un ser abstracto habitando fuera del mundo. El hombre es el mundo humano, el estado, la sociedad.
Este estado, esta sociedad, producen la religión, la cual es una conciencia del mundo invertida porque estos son un mundo invertido. La religión es la teoría general de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica en versión popular, su punto espiritual de honor, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su base general de consolación y justificación. Es la realización fantástica del ser humano en tanto que este no posee realidad verdadera alguna. La lucha contra la religión es, por lo tanto, indirectamente una lucha contra ese mundo de cuyo aroma espiritual es la religión.
La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es una queja de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, y el alma de unas condiciones desalmadas. Es el opio del pueblo. La abolición de la religión como la felicidad ilusoria de los hombres es una demanda para su felicidad real”.
“Religión opio del pueblo”, es la cita que aparece en la publicación de Marx Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad. La abolición de la religión trae consigo la liberación humana. La religión es la exigencia para, la promesa de y el obstáculo a esa liberación y su felicidad real.
Federico Engels dijo de la religión lo siguiente: “Toda religión, sin embargo, es nada más que un reflejo fantástico en las mentes de los hombres de esas fuerzas externas que controlan su vida diaria, un reflejo en el que las fuerzas terrestres asumen la forma de fuerzas sobrenaturales”.
Sin embargo, para importantes marxistas, las ideas religiosas inspiran la lucha contra opresores o explotadores animados por un materialismo vulgar.
Más radicales al respecto son las ideas del marxista peruano José Carlos Mariátegui, quien describió el espíritu revolucionario como una fuerza religiosa, mística, espiritual, opuesta a la crítica racionalista de los burgueses intelectuales. La confrontación de las tesis neoliberales con la Teología de la liberación, ha vuelto a poner de presente la inversión de los papeles tradicionales entre materialismo y religión, con respecto a las disputas sociales.
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