LAS DOS CARAS DE LA TORTILLA






LAS DOS CARAS DE LA TORTILLA
NO tardan en aparecer las aves agoreras que vienen al país a revisar las finanzas del gobierno y alegrarnos con lo bien que está la macroeconomía. Por supuesto que eso es bueno. El país ocupa del certificado de buena conducta. Es lo que garantiza que fluyan los recursos de los organismos internacionales de crédito. Lo que da al país imagen en el exterior que sus finanzas son manejables. Que los déficits están controlados, que no se ha desbocado la inflación, que la administración tiene suficientes ingresos con que pagar por sus gastos. Obviamente que en esto no hay que descartar los esfuerzos que el gobierno hace por mantener condiciones estables. La promoción del país para mejorar su imagen y atraer inversiones. Así que el informe del FMI tiene beneficios. Aunque la tortilla tiene dos caras.

Para formarse una idea completa la verdad es que la economía no crece por esas políticas fiscales y monetarias de contracción que le exigen al país. Si hay crecimiento es por otros factores. Los exógenos, digamos, como la debacle del precio del crudo, los efectos en nuestro mercado de la recuperación económica de los Estados Unidos, los $4 mil millones de remesas familiares que ingresan como fruto del trabajo de los compatriotas que, al no encontrar aquí, se fueron a buscar futuro en otro lado. Así que además de reunirse con funcionarios y dirigentes empresariales, bien harían estas distinguidas visitas darse una paseadita por la ciudad e indagar cómo anda la economía de abajo. Qué tanto negocio están haciendo en los mercados populares, en las tiendas, los almacenes y los comercios pequeños y medianos que a duras penas sacan el día en esa dura lucha por ganarse la vida.

Que indaguen cuántas empresas se han creado en los últimos meses y si no hay demasiadas que hayan cerrado. Esta vez, sería importante saber si traen en cartera alicientes para incentivar la iniciativa de tanta gente emprendedora que está pasando por apuros. Si hay medidas concretas para aliviar la carga impositiva a la empresa privada de forma que haya generación saludable de empleo. ¿No ven que una buena parte de esos masivos flujos migratorios a los Estados Unidos tiene que ver con la falta de trabajo digno en su lugar de origen? Lo que garantiza la disponibilidad de fuentes de empleo para que la gente no tenga que irse al exterior es que aumente la actividad comercial, que se reduzca el costo de operación a las empresas para que sus dueños tengan ánimo de expandir sus negocios o de crear nuevos. Que las condiciones legales, económicas, de facilidad en los trámites para la inversión en el país estén a niveles competitivos con los vecinos, para que esos inversionistas extranjeros prefieran situarse aquí que en otro lado.

Quizás otra cosa que quieran sugerir es que ya no sigan devaluando el lempira a ese ritmo que llevan. Las propias cifras del Bantral indican que se ha reducido el déficit comercial, que las remesas van en aumento, que hay ahorros enormes en la factura petrolera lo que quita presión sobre las reservas.

No hay que ser ingrato con el pobre pueblo pobre obligándolo a pagar más por todas la importaciones que realiza de cosas esenciales. Por otro lado, la depreciación de la moneda hace que el país tenga que pagar más lempiras por su deuda externa. Esta suma 5,977.5 millones de dólares. Saquen el cálculo. Solo en un año, por efectos de la devaluación del lempira, para pagar esta misma deuda, al país le cuesta 4,033 millones de lempiras más.

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