El arte de generar falsas esperanzas con fines electoreros
Por: Boris Zelaya Rubí
“En todos lados, el dinero es influyente en la política. Pero en nuestras tierras, más que en ninguna otra, porque la riqueza se concentra en pocas manos. Dos son las razones centrales. Por un lado, nuestra región tiene la distribución de ingresos más desigual del planeta. Por otro, en algunos de los sistemas presidencialistas, el poder de decisión, sobre todo en lo que se refiere a los recursos públicos, se ha concentrado en el Poder Ejecutivo”.
Dicen que en el amor y la guerra todo es válido, pero nunca sospechamos que aún con la fama de nuestra política vernácula que todos la califican de sucia, existiera algo científicamente planeado para sembrar falsas esperanzas en la población, con fines electoreros. Jamás imaginamos tanta maldad para pretender el poder. Como diría cualquier experto en maquillar la imagen de cualquier pretendiente a un cargo de elección popular: “Se le deben destacar sus buenas cualidades, si las tiene, de lo contrario hay que inventarles algunas, pero siempre orientadas al bienestar de la sociedad en general y en países como el nuestro donde más del 60% vive en pobreza, dirigirse a ellos”.
Los mensajes demagógicos llenos de engaño y falsas promesas para una vida mejor, han sido la modalidad de nuestros candidatos a través de sus activistas políticos, con la complicidad de infinidad de gargantas asalariadas a través de los medios, que brindan sus espacios, como si se tratara de una transacción comercial o el pozo de los deseos por si acaso.
Se ha denunciado en los últimos años, irregularidades en los aportes económicos sin origen definido, como una inversión política del crimen organizado, para beneficiar a determinados candidatos, por lo general sin ética ni moral, a los que posteriormente les cobran con protección y facilitación de sus actividades, sin importar la muerte de ciudadanos explotados por su pobreza.
En los últimos meses han surgido de las entrañas del averno los “corrientes”, formando corrientes políticas con el fin estratégico de obtener en el futuro aunque sea unas gotas de las mieles del poder. Muchos de los burócratas de los que están en peligro de extinción, están aferrados a sus lujosos escritorios con dientes y garras, así como otros que probaron aparentar trabajar y con subalternos sobalevas que los saludan con una reverencia todas las mañanas. Les obnubila y los hace olvidar que están para servir no para ser servidos.
La estrategia, si es que se le puede llamar así, de permitir que cualquier “perico de los palotes” se le permita organizar una corriente política, para participar en las elecciones primarias o internas de su partido político, sin ningún requisito, aunque suene a la violación de las libertades que tienen los ciudadanos de optar a cualquier posición o cargo de elección, es un error y un peligro, que la institución sea invadida con mucha astucia por algún anarquista enemigo de la democracia. Por lo menos tiene que figurar en los listados electorales como participante con su voto por el partido que desea representar.
Mientras seguimos observando el desfile de los que hacen el ridículo lanzándose al ruedo en busca de la aceptación popular, aplaudamos por las acciones que está llevando a cabo el actual mandatario en pro de la seguridad de los ciudadanos, acciones tangibles que nos demuestran que sus obligaciones las está cumpliendo a cabalidad, al servir al pueblo que lo empleó con su voto para esos menesteres. Los ciudadanos deben continuar con su deber de denunciar con pruebas a los delincuentes que le hacen daño a la sociedad. Solo así alcanzaremos la paz que merecemos y la continuidad de nuestra democracia para sentirnos cada día más, orgullosos de ser hondureños. ¡Viva Honduras! ¡Viva Honduras! ¡Viva Honduras!
De rodillas solo para orar a Dios.
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