BORRÓN Y CUENTA NUEVA



BORRÓN Y CUENTA NUEVA

“LA deuda pública de Honduras entre enero y agosto pasados ascendió a 7,308.6 millones de dólares, 216.2 millones de dólares más, equivalente a un incremento del 3% en relación al mismo período del 2015. De ese total, la deuda externa a agosto pasado llegó a 5,977.7 millones de dólares, cifra 6% mayor con respecto al mismo período del año pasado, cuando sumó 5,639.1 millones”. Y pensar que hace unos años atrás Honduras fue favorecida con la total condonación de su deuda externa. O sea, que después de soportar una pesadísima carga de deuda impagable, la comunidad internacional le concedió la gracia del borrón y cuenta nueva. Un buen tuco de los ingresos fiscales eran destinados a cumplir con las obligaciones del servicio de la deuda, lo que limitaba la inversión del gobierno en salud, en educación, en infraestructura y otras necesidades internas. La condonación no solo liberó al país de esa pesada obligación sino que los recursos que antes se destinaban al pago de capital e intereses, se ofrecieron para poder destinarlos a programas sociales de alivio a la pobreza.

Pecado fue que, después de haber sido acreedores de semejante merced, los que recibieron el beneficio del perdón de la deuda, en vez de invertir el dinero en la Estrategia de Reducción de la Pobreza lo despilfarraron en el gasto corriente, en subsidiar el consumo de gasolina y en otros menesteres que nada tuvieron que ver con la inversión social. Una vez que los gobiernos vieron que les habían limpiado las cuentas externas, comenzaron otra vez la carrera de endeudamiento. Viva bien ahora, gaste hasta donde pueda y pague después. De allá para acá los gobiernos enjaranaron al país a niveles superiores a los que tenía antes de la condonación. Solo de enero a agosto de este año el servicio de la deuda externa alcanzó los 905,2 millones de dólares, de los cuales $131.9 millones fueron al pago de intereses y $773.3 millones al capital. A ello habría que agregar, como costo adicional, el efecto de la devaluación, ya que la deuda está en dólares, y para pagar esos dólares el país tiene que aflojar más lempiras. El cálculo es que por efecto de lo que el lempira se ha devaluado durante todo el año, el valor de la deuda le sube al país en 4,033 millones de lempiras adicionales. Ese es el costo adicional solo por efecto de la depreciación monetaria. Para que vean que la devaluación no solo afecta a los consumidores que tienen que pagar más caro todo lo importado sino que también castiga al gobierno al que le incrementa la deuda en igual proporción al deslizamiento.

La deuda interna, solo para que no se quede por fuera ese dato, ascendió en ese mismo período a 1,330.9 millones de dólares. Para que el amable lector se forme una idea de los niveles de endeudamiento en que está el país, la deuda pública representa el 29.1% de su Producto Interno Bruto (PIB).

Traducción al cristiano de lo que significa lo anterior. El esfuerzo productivo interno no es suficiente para mantener el equilibrio económico y financiero del país. Lo que quiere decir, se vive por encima de las posibilidades reales. Así que para compensar por el déficit interno, a falta de recursos propios generados por el trabajo y la producción nacional, el país depende de lo que otros generan y otros producen. De no ser por el elevado monto de préstamos que recibe, por las remesas familiares que ingresan –los denominados recursos frescos– la situación económica y fiscal sería muy crítica.

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