Necesitamos transformar a los líderes políticos

Necesitamos transformar a los líderes políticos

Por Jorge Erasmo Bustillo

Las actitudes de algunos aspirantes a los cargos de elección popular de los partidos políticos, especialmente de los tradicionales que actualmente ocupan cargos y pretenden sostener las primeras posiciones en los procesos electorales para dirigir la política del Estado, dejan entrever en sus declaraciones públicas, que todavía no han superado los resabios del pasado, y que aun no tienen conciencia de que solo desterrando esas costumbres ofensivas de denigrar no solo a los opositores sino que también con sus propios correligionarios, podrán convencer al pueblo de que “los políticos”, tienen un verdadero interés en resolver todos los problemas que agobian a las mayorías del pueblo.

Por otra parte, tratar de persuadir para obtener el favor del sufragio con discursos de lenguaje filosófico que no son comprensibles para la mayoría del pueblo, o repitiendo refranes o dichos populares que solo demuestran la pedantería de unos y la chabacanería y pobreza intelectual de otros, no es ya un proceder adecuado, para conquistar la simpatía de las mayorías. Estas actitudes no son provechosas, porque el posible elector, percibe que no representan un acercamiento auténtico y sincero. El líder político que desee comunicarse con el pueblo para ganar su voto, debe hablarle con el lenguaje coloquial, que es el modo propio de una conversación común.

Los dirigentes o líderes de los partidos nuevos o tradicionales, deben pensar cómo visualiza el pueblo, ante esas actitudes de confrontación frente a los opositores o los correligionarios de su misma institución política, porque ello refleja que en sus metas y objetivos, no existe más motivación que obtener a través de la manipulación de los ideales de sus seguidores, el logro de una posición de poder, para gozar de un prestigio social que les permita obtener los beneficios que les aporta el desempeño de un cargo de elección popular.

Debido a que las organizaciones que supuestamente representan al sector del pueblo marginado y sus dirigentes pertenecen a las organizaciones partidarias de derecha o de izquierda, tienen poca formación democrática y se encuentran muy fragmentadas, por lo que no tienen el poder de influir en el sector político, y tampoco en los engranajes del gobierno. Asimismo porque el pueblo no sabe que un líder político que pretende gobernar, debe ser un ciudadano versado en los negocios del Estado. Esta falta de formación política del pueblo, permite que en los procesos electorales obtengan las posiciones principales en la dirección del gobierno, algunos aspirantes que no tienen ningún proyecto que responda a los intereses del pueblo, ya sea a la opción de la Presidencia de la República, designados, diputados y alcaldes, porque todavía se vota por el bulto de candidatos que tienen poder económico y pueden sufragar los gastos de las campañas, o porque son populares en los deportes, en los medios de difusión y en los espectáculos públicos, etc., etc., y no por la capacidad o formación de las personas que van a desempeñar los importantes cargos para impulsar el bien común.

Es lamentable que la política que es una doctrina que enseña a los líderes a realizar su quehacer en beneficio de todo el pueblo, se haya convertido en un “modus vivendi” para enriquecerse o para encubrir los actos de corrupción de los que forman la casta de los nuevos ricos, que se hacen llamar “familias respetables”. La política ha sido un medio en que ha campeado la codicia, el oportunismo, la corrupción y la ingratitud, porque tras la fachada de los principios patrióticos, no se le han cumplido al pueblo las promesas porque se imponen los intereses políticos y económicos personales, y para lograr lo que proponen, se manipulan las leyes secundarias y hasta los preceptos de la Constitución de la República. Si pretendemos sentar las bases para implantar un proyecto en que todas las clases sociales participen conscientemente en los procesos electorales con los mismos derechos, sin distingos de colores y posiciones económicas, donde exista un verdadero compromiso para fomentar el desarrollo económico y social del país, debemos educar y formar al pueblo y al mismo tiempo transformar a los líderes políticos, con los conceptos democráticos que representa la ciencia de la política.

Los nuevos líderes políticos deben gozar de un auténtico prestigio social ante su propio pueblo, que les otorga el poder con su voto. Deben ganarse esa imagen de ciudadanos positivos, solidarios y responsables para la sociedad. Que el pueblo se sienta orgulloso de ellos, porque son hombres y mujeres capaces de ofrecer un planteamiento que atrae el interés de las masas, porque impulsan el sentimiento de solidaridad y tienen un concepto claro de la nacionalidad, de la paz y de la justicia en un objetivo común, en base a una unidad de esfuerzos en un propósito prioritario, compartiendo las responsabilidades, en la preparación de un mundo mejor para todos.

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