Hacia el día “D” electoral



Hacia el día “D” electoral

Por Juan Ramón Martínez

En la medida que nos acercamos al 26 de noviembre, el día “D” del proceso electoral, los estados de ánimo de los políticos, –notorios en declaraciones, posturas, concurrencias en actos públicos, participación en foros y entrevistas en los periódicos y canales de televisión–, varían. Y al tensarse algunos de ellos, nos crispan y afectan a todos. Algunos preservan el optimismo; otros prefieren lo negativo y la confrontación. Y, mostrando apasionada exaltación, por medio de declaraciones disonantes con la filosofía y la práctica democrática, transforman el proceso electoral, en un escenario hostil. Escandalizándonos con sus posturas intransigentes.

No debemos engañarnos. En Honduras no hemos tenido un sistema democrático sólido. La democracia nuestra es, frágil y precaria. Nos ha faltado entender que solo a través suyo, podemos asegurar el desarrollo del país y el bienestar de su pueblo. Nos ha faltado claridad en el relato nacional, falta de objetivos nacionales e irresponsabilidad muchas veces, sobre el comportamiento cívico que debemos asumir todos. Por ello, gozamos de poco prestigio en el escenario internacional. Y no entendemos, que la imagen del país, tiene mucho que ver con el comportamiento de la clase política, la debilidad de las instituciones y el irrespeto a la ley. Y pocos han comprendido, que las elecciones son una vitrina en donde, de afuera, se aprecia la fortaleza nuestra y se crea confianza para hacer inversiones o negocios con ella.

En el proceso en curso, en vez de perfeccionarse el comportamiento de los candidatos, se ha incurrido en un grave error. Negarse a aceptar los resultados. Con lo que se compromete no solo la madurez institucional, sino que la calidad de los políticos. Porque solo las personas que no son serias, pueden participar en un proceso electoral en que, solo aceptan los resultados, si ellos obtienen la mayoría. Es decir que, sin que nos lo digan, no creen en nuestras instituciones, sino solo en los casos en que estas se ponen a sus pies y a su servicio. Razón tenía Marx, desde un eurocentrismo comprensible, cuando decía que la única oportunidad que teníamos para desarrollarnos, era ser conquistados y sometidos por los Estados Unidos.
Paulino Valladares, un periodista con conciencia histórica, –introductor del editorial diario– que entendía bien esto, sostenía con cierta burla socarrona hacia las castas políticas rurales de su tiempo, que en Washington, era donde estaba amarrada “la madre del cordero”. Es decir que de allá, era de donde venían las órdenes. Cosa que ahora se evidencia, cuando un juez de Estados Unidos llega; y, sin escandalizar a nadie, menosprecia el derecho nacional, privilegiando la casuística del derecho anglosajón, como medio para atraer la inversión extranjera. La que nunca vendrá, según el jurista gringo, con un sistema de jueces que son controlables e incluso obedientes, lo que pone en peligro la estabilidad del país. El Poder Judicial, extrañamente, se ha llamado al silencio. Y los políticos en campaña, especialmente los de la oposición, le han prestado atención más a la debilidad que proyectamos. Y gozan con el irrespeto.

La campaña electoral, no debe ser un pleito de enemigos irreconciliables; ni de gladiadores, dispuestos a destruir al país, si no se les satisface en sus egoísmos. La felicidad de los hondureños, la imagen de Honduras en el exterior y la disposición de servirle al país, incluso hasta la muerte, renunciando a cualquiera acción que ponga en peligro su existencia, debe ser el norte que nos oriente a todos. Especialmente a los candidatos. Convirtiéndose en una obligación de todos.

Las votaciones que se practicarán el 26 de noviembre, no deben ser, un espacio para hacernos daño. Tanto vale un liberal, un nacionalista, un socialista; como cualquier afiliado de los demás partidos. Por ello, nadie tiene que sentirse crispado. Y mucho menos, preocupado por lo que ocurrirá.

Los candidatos, tienen que mostrarse generosos, respetuosos con los demás. No estamos en una cancha de gallos; ni tampoco en una guerra en la que, como Caínes incontrolables, nos dispongamos a dañarnos los unos a los otros. Respetarnos, es el gran servicio a Honduras, que necesita lo mejor de todos. Y los líderes políticos que la quieran servir, y en forma democrática, jamás deben levantar la voz para intranquilizar a la ciudadanía. Ni hacer nada que interrumpa la paz de la nación.

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