Los independientes



Los independientes

Por Juan Ramón Martínez

No tengo duda que, en las elecciones, al final quienes determinarán el resultado, no serán los votantes duros, disciplinados miembros de los partidos, sino que los independientes. Es decir, los electores que, no están sometidos a la disciplina partidaria; que no atienden mecánicamente las órdenes de los candidatos (presidente, diputados o alcaldes); que sintiéndose libres, cruzan el voto en los diputados y alcaldes. Y al final, votan por el candidato presidencial, que en ese momento, les parece el mejor. O anulan algunos de estos votos, incluso el presidencial.

Normalmente les llaman “indecisos”, porque en las encuestas, “no responden”, “no saben”; o “no quieren responder”, como dicen, con enorme simpleza, los encuestadores. Pero no hay tal indecisión. Esta es, la población electoral que, menos duda tiene; lo que ocurre es que, no es fácilmente predecible su voluntad. Y por su carácter, tiende a mantenerse distante de los juegos de la propaganda política, la que les molesta en muchos casos; tanto por su vaciedad, como por el cansancio que les provoca.

Por el triunfalismo y por su dificultad de diferenciación, los partidos les tratan en forma general con frialdad; incurriéndose en el error que, desde las campañas más fuertes, no se les da la importancia que se merecen. Villeda Morales, fue el primer político que, con mucha intuición, habló a los independientes, a los cuales pidió que le prestaran el voto. Marlon Lara, está haciendo ahora lo mismos en San Pedro Sula, buscando que le apoyen para ganarle al Partido Nacional la alcaldía municipal.

El resto de los partidos, no le han dado importancia. En el caso del Partido Nacional, la estrategia confía exageradamente en la fortaleza de este partido. Y en la creencia que, todos los nacionalistas acatarán con la disciplina partidaria, la orden de votar en línea por los diputados. Transmitiendo tal seguridad en los resultados, que peligrosamente, las franjas más tímidas, sienten que su voto es innecesario. Dejando de votar. Y, de consiguiente los estrategas nacionalistas, crean que, esta vez por lo menos, no necesitan del apoyo extrapartidario. Desechando en consecuencia el voto independiente. (Si fuera así, el Partido Nacional, reducirá el cociente electoral, favoreciendo a los partidos pequeños).

El Partido Liberal, sabe que hay un segmento de los independientes, que puede cultivar en forma silenciosa, especialmente los segmentos, comprendidos entre los 18 y los 35 años. Por estar disgustados con el actual gobierno; por su sensibilidad en lo que respecta al cumplimiento de la ley y por su vocación de votar en contra. Porque el independiente, lo que más goza, es votar en contra del anunciado triunfador; un poco para gozar malignamente, con el mismo placer que lo hacen los espectadores del boxeo, cuando el más fuerte de los contendientes, da con las nalgas en la lona.

Dicen los que saben de estas cosas, lo que más gozan los seres humanos, es ver tirado en el suelo, al más grande, al más fuerte; o el que se cree más sabio que todos.

No hay que confundir al independiente con el empleado público que no pertenece al partido en el poder –burócrata que no siempre, vota por el que le “garantiza” la estabilidad en el cargo– ni tampoco, con los desempleados. Los independientes, son los votantes más libres, que no necesitan emplearse en el gobierno, porque no confían en los partidos. Y más bien, por confianza en sí mismos, manejan algunas categorías de menosprecio hacia los que han usado el poder público para encumbrarse. Como pasan buscando la áreas oscuras o menos iluminadas, no están interesados en que lo cortejen, porque cree que, le faltan al respeto si le presionan, para buscar que exprese sus simpatías por uno u otro candidato. Por eso es que, el voto independiente es más notorio en las zonas capitalistas más desarrolladas: la costa norte era mayoritariamente liberal, hasta que Zelaya dividiera al Partido Liberal. Ahora, el mayor número de independientes votarán en esa zona, así como lo harán los resentidos más tradicionales, miembros de los partidos Liberal y Nacional, residentes en el are rural. Los independientes son menos obvios en Tegucigalpa, en donde la libertad electoral, desde el ejercicio personal, se expresa en forma más discreta. Aquí, en una ciudad más politizada, son más reservados; pero igual, siempre votan. Y terminan decidiendo las cosas.

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