La seguridad y la crisis del proceso electoral

La seguridad y la crisis del proceso electoral

Por: PG. Nieto
Asesor y Profesor C.I.S.I.
Escribir sobre seguridad es como asomarse a un agujero negro, no sabemos dónde podemos terminar. Hay políticos, candidatos, y algunos ¿analistas? que cuando hablan de seguridad generan sonrojo porque desconocen que la gravedad masiva del agujero negro no permite que salga la luz, tampoco el conocimiento. El análisis, en inteligencia, es solamente una subfase de la fase de elaboración; la seguridad es el universo. En el evangelio de Mateo 22:1, Jesús establece que nadie puede estar en el banquete sin el traje apropiado. Hace dos mil años ya daban cátedra sobre la hipocresía y el intrusismo.

La seguridad es un proceso nunca una meta. Debe considerase una herramienta de supervivencia y desarrollo; como un filtro solar que aplicamos habitualmente y según qué coyunturas. Queramos o no, forma parte de nuestra vida lastrando la libertad cuando no sabemos entenderla y gestionarla. La forma de elevar el nivel de seguridad de un objetivo, animado o inanimado, es conocer sus vulnerabilidades e implementar sobre ellas medidas y protocolos de seguridad dinámicos.

Si me preguntan si una persona que conduce un vehículo blindado, o lleva puesto un chaleco antibalas, está más segura que aquella que no tiene ambas cosas, les diría que depende (no entro en la percepción subjetiva). Del carro blindado hay que bajarse tarde o temprano, y la cabeza no podemos protegerla con el chaleco. Recordemos el asesinato del empresario Gustavo Chinchilla el año 2014, mientras se encontraba cenando en un restaurante mexicano acompañado por tres guardaespaldas, uno de ellos también murió y dos resultaron heridos. Fuera del restaurante se encontraba estacionado su vehículo blindado.

En Honduras cada proceso electoral genera una crisis mostrando la debilidad de nuestra democracia y del marco jurídico implicado. La oposición patalea denunciando que las instituciones se pliegan al oficialismo, pero cuando estuvieron en el poder nada hicieron por mejorar, fortalecer y blindar el proceso. Se rasgan las vestiduras porque la Ley Electoral está obsoleta, pero teniendo la mayoría en el Congreso Nacional durante estos cuatro años se dedicaron ¿a…? Estamos ante el “síndrome de Penélope” que describí en otro artículo.

A medida que nos acercamos al 26N la paralingüística de la oposición se vuelve más amenazante y agresiva, provocando incertidumbre en la población. Buscan generar alarma social denunciando un megafraude orquestado para mantener “al dictador” en el poder. Ese neolenguaje calumnioso e injurioso solo muestra el nerviosismo e incompetencia de unos candidatos a los que el proceso electoral les ha venido grande. Su cansina estrategia se asemeja al argumento de la película Minority Report, donde se manipulan las emociones del espectador denunciando la existencia de un asesinato, pero sin que haya habido ni asesino ni muerto.

Quieren construir un puente donde nunca hubo un río. Utilizan la compleja estrategia del “mecanismo del chupete” cuya técnica argumentativa es: “el dictador solo puede ganar con fraude, por lo tanto, si el 26N gana es prueba de que hubo fraude”. ¡Qué profundidad! Deambulan por la campaña como el ciego con una antorcha, provocando conatos a diestra y siniestra, al punto de que “Mel” Zelaya ha dicho que está cansado de actuar como el “bombero apagafuegos” de la “Alianza fallida”, por las constantes confrontaciones entre candidatos de Libre y Pinu.

“Si usted observa, aunque no sea autoridad, que alguien está cometiendo delito electoral debe tomarse la justicia por sus propias manos”, dijo Nasralla a sus seguidores, durante el ensayo denominado “operativo antifraude”. ¿Este es el estadista que necesita Honduras? Perdón por lo de estadista. Las fuerzas de seguridad, PN y PMOP, deberán disuadir y neutralizar cualquier atisbo de alteración del orden público, por acción o inducción, el día de las elecciones y posteriores. La autoridad se ejerce con tolerancia nunca con debilidad. El MP debe actuar de oficio ante conatos de desórdenes que buscarán cuestionar los resultados y reventar el proceso.

Han intentado retrasar las elecciones. Han ninguneado el marco jurídico electoral visitando a la “dama del norte” mostrándole sus vergüenzas. Tratan de opacar la profusa presencia de observadores internacionales de reconocido prestigio. Amenazan con sacar “espontáneamente” al pueblo a las calles para defender “su” democracia… Se equivocaron de estrategia y están escocidos. Nadie puede arrogarse la defensa de una democracia que nos pertenece a todos, desde barricadas construidas sobre calumnias, insidias, insultos y medias verdades, cuyo objetivo final es fracturar la convivencia debilitando la misma democracia que dicen defender, para sacar un provecho espurio.

El pueblo de Israel tardó 40 años en salir del desierto y entrar a la tierra prometida. Honduras lleva 36 años viviendo en un desierto de pobreza, marginalidad, muerte y subdesarrollo. Este gobierno ha presentado importantes avances pero queda mucho por hacer sin dilaciones. Cuando finalice el próximo gobierno en el año 2022 habremos completado los 40 años de Israel. ¿Casualidad? Estamos cerca de la tierra prometida.

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