Está angustiado el Presidente-candidato
Está angustiado el Presidente-candidato
Por: Edmundo Orellana
Catedrático universitario
Catedrático universitario
No puede ocultarlo. Ya no exhibe aquella seguridad de antes. Son varias las causas, pero todas tienen en común que amenazan su inconstitucional proyecto continuista.
Esos rugidos de las muchedumbres coreando la consigna de “fuera JOH”, lo atemorizan. Eso explica por qué no acepta ir a eventos que no puede controlar. No asistió a los foros de las universidades de San Pedro y UNITEC. En ambos corearon la consigna. También en eventos de su propia campaña. En el más reciente, el foro promovido por la Confraternidad Evangélica, cuyos líderes apoyan efusivamente su candidatura y, por ello, no se sintieron desairados por su desplante, el público también expresó su rechazo coreando su consigna favorita, para disgusto de los pastores presentes, comprometidos con el inconstitucional proyecto continuista.
Cada día que pasa es un triunfo más para la oposición. La conspiración contra la democracia fraguada desde el gobierno, mediante el montaje de un fraude colosal, pierde fuerza. Los partidos de la oposición han salido al paso inteligentemente. Lograron eliminar una empresa contratada por el TSE, por sus vínculos sospechosos con el partido de gobierno, y suscribieron entre sí un acuerdo para asegurar la transparencia del proceso, incluido el escrutinio.
Ante esta ofensiva, el TSE adopta decisiones que claramente favorecerán la candidatura del Presidente, exhibiendo su condición de dócil instrumento de este y de violadores de su propia ley, esa que juraron respetar al asumir sus cargos. Ya no les importa salvar las apariencias de legalidad y de honradez. La ausencia de cacumen y de ética no les permite reparar en estas, para ellos, pequeñeces. Su deber no es cumplir la ley, sino los caprichos de aquel a quien se deben.
Contrataron una nueva empresa para sustituir la cuestionada (que, por cierto, ha trascendido fue compensada con una cantidad millonaria por la resolución del contrato; decisión violatoria de la ley, que, seguramente, el TSC no reparará), pero sin certificar el programa de transmisión de datos. La sospecha de fraude persiste, entonces. Por ello, los partidos han decidido aceptar únicamente lo que contengan las actas físicas que suministren oficialmente las mesas electorales.
Los indecisos, es decir, aquellos que no saben si van a votar o por quién votar, según las encuestas no comerciales, ya decidieron, sin embargo, por quién no van a votar en ninguna circunstancia. En el caso de JOH, más del 90% ya decidió no votar por él. La opinión desfavorable de JOH es aplastante entre los votantes. Pero, por la consigna favorita que corean las muchedumbres espontáneamente, esa ya no es una opinión desfavorable, sino un manifiesto y categórico rechazo a su gobierno y a su candidatura.
El TSE, preocupado por este rechazo, decidió que las frases ofensivas o insultos en la foto del candidato se interpretarán como votos favorables para este, contrariando lo previsto en la ley. Es decir, pretende que el masivo rechazo al inconstitucional proyecto continuista del Presidente-candidato, que seguramente cada elector deseará dejar constancia de ello al momento del sufragio, se convierta, al momento del escrutinio, en un voto a su favor. Toda grosería que se escriba bajo su foto, rechazando su gobierno y candidatura, será computado como voto válido y a su favor. Y a este órgano se le llama “Tribunal”.
La adopción de estas medidas revela que está en riesgo el inconstitucional proyecto continuista. Tiene razón, entonces, de estar angustiado el Presidente-candidato, cuyo concepto de democracia está tan retorcido que ahora exige a sus seguidores que, en la boleta de diputados, voten usando la “raya continua”, lo que se traduce en una prohibición a ejercer libremente el derecho de elegir, rememorando aquellos tiempos del Cariato en los que pensar era delito.
La angustia del Presidente-candidato revela que el fraude montado ya no le garantiza el triunfo. Asistamos, entonces, masivamente a las urnas y votemos como nos dicta nuestra conciencia y nuestro compromiso con nuestros deberes cívicos. Vigilemos las urnas y el escrutinio como si fueran nuestros más preciados bienes, puesto que de ello depende que los resultados sean confiables y creíbles, y, por consiguiente, la gobernabilidad del país.
Votemos en contra de quienes han desmontado el estado de derecho, la seguridad jurídica y la democracia, y también en contra de los que proponen el caos. Votemos en contra del autoritarismo, la corrupción, la represión y el desprecio a los derechos humanos, para disminuir efectivamente la pobreza, la exclusión y la discriminación.
Votemos pensando, no solo en nosotros, sino en nuestros hijos y nietos, y, en general, en las próximas generaciones, a las que corresponderá dirigir la Honduras del mañana.
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