Palabra y juramento
Palabra y juramento
Palabra: empeño que hace uno de
su fe y probidad en testimonio de la certeza de lo que refiere o asegura.
Palabra
de honor: empeño que hace uno de su fe.
Juramento:
afirmación
o negación solemne de una cosa.
Jurar: Someterse solemnemente
a los preceptos constitucionales de un país.
Con antelación, cuando el hombre hacía de estos
conceptos de palabra o juramento, era una cuestión de honor, que prácticamente
regía la vida de los hombres, en cuyo cumplimiento o empeño, apostaban su vida,
fortuna, poder, dignidad, anteponiéndolo a cualquier desviación de su palabra o juramento empeñado, era tanto
su valor, que los hombres de antaño, lo consideraban tan válido como cualquier
documento firmado.
Aun en la actualidad, existen estos especímenes
cuya palabra y juramento están por encima de todos sus apetitos y ambiciones,
pero que hacen honor a estos preceptos.
Hoy en día en mi país Honduras, muchas personas
quizás la mayoría del pueblo hondureño, que aún creen en estos conceptos se encuentran
desmoralizados, apenados, avergonzados ante la actitud del actual gobernante
Juan Orlando Hernández , cuando durante el acto de toma de posesión como
presidente de la república, solemnemente dio su palabra de honor y juramento de
cumplir y hacer cumplir la constitución de la república y las leyes del país,
pero que ante la ambición de poder tanto de la cúpula partidaria como de sus
actuales activistas ciegos y miopes, ha tirado a la basura su palabra en ese
momento valiosa para él, plegándose a la serie de personajes siniestros y
oscuros que manejan esa institución política: partido nacional, carentes de
dignidad y vergüenza al violentar la constitución de la república con un argumento
pueril de violación de su derecho humano a “elegir y ser electo “, lo cual a la
larga derivará en una serie de eventos cuyos resultados serán desastrosos para
la institucionalidad del país, ya que bajo ese argumento, se tendrán que
inscribir a todos los ciudadanos que deseen aspirar a cualquier cargo de
elección popular, ya sea para presidente, diputados o alcaldes, ipso facto sin
ninguna restricción de ninguna índole, pues cualquier obstáculo que se les
ponga, es simple y llanamente violación a su derecho a “elegir y ser electo”, y
ante este argumento, la corte suprema de justicia principal coautor de este
desaguisado, , no tendría más remedio de dar el visto bueno para la inscripción
de todo aquel ciudadano que le ronque la gana ser candidato a cualquier cargo
de elección popular.
Y no podrán argumentar nada en contra de estas
aspiraciones del pueblo, pues la ley según su interpretación, no debe tener
dedicatoria para determinado ciudadano,
sino de cumplimiento general para todo el que desee ser presidente sin
ninguna restricción.
Que Dios nos agarre confesados ante esta avalancha
de candidatos que aspiraran a ser electos a un cargo de elección popular.
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