La MACCIH y JOH

La MACCIH y JOH

Por Juan Ramón Martínez

El informe leído, en la Asamblea de la OEA, es por el lugar y por el contenido del mismo, un análisis de una lucha que nunca antes se había ejecutado en Honduras. Y que hay que reconocerlo con valentía, es fruto de la decisión del gobierno de Honduras, para enfrentar –por primera vez y de forma coherente– el flagelo de la corrupción. Lo que convierte a JOH en un gobernante fuera de serie, no solo por su valentía, sino que por su reconocimiento que, la corrupción debe ser frenada y eliminada, aunque para ello se tenga que confrontar con grupos de interés, relaciones amistosas; e incluso, con afectos familiares. En los últimos sesenta años, no habíamos escuchado a un gobernante más claro y explícito sobre el tema, de forma que el informe, que consideramos positivo, pese a sus quejas, indicativas de desacuerdos con el Congreso y con los partidos políticos, es un claro espaldarazo para la gestión que realiza el actual gobernante.

Que el informe pudo ser mejor, claro que sí. Pero sin olvidar las circunstancias. La estructura que sostiene la corrupción en Honduras, no es frágil y endeble. Es un entramado sólido que, durante muchos años, ha operado a su gusto, y contando con el silencioso e inconsciente respaldo de la sociedad. De allí que, no hay que esperar que, en tan pocos meses, la MACCIH –que como su nombre lo indica– es una misión de apoyo, en que, la acción principal le corresponde a la sociedad, al gobierno y en general a todo ciudadano, resuelva problemas centenarios que mantienen atrapada en el potro de la emotividad, a Honduras y su pueblo.

Creo que lo que ha logrado hasta ahora es extraordinario por dos razones: la primera es que la MACCIH ha mantenido sus posturas, dentro de un convenio que obliga a Honduras a responder. Y el titular del Ejecutivo JOH, lo ha hecho con energía y decisión. Las quejas que se perciben en el informe, son fruto de los resabios de la burocracia, de los partidos políticos, que ven al poder como una piñata a quebrar, y repartir. Y de la sociedad que, todavía, sigue dividiendo ingenuamente a los corruptos, de conformidad a la bandera política bajo la cual militan. Los ladrones no tienen patria, gobierno; ni compatriotas. Por eso los resultados hay que verlos, como lo que se puede hacer en una tierra difícil y rocosa. Hay que valorarlo, no por ella misma, sino por la fuerza de la MACCIH, la reducción pequeña pero esperanzadora de la resistencia de los que respaldan la corrupción y, fundamentalmente, por el respaldo de JOH y de la sociedad civil.

Si en el Poder Ejecutivo tuviéramos a un vacilante, con miedo a tocar los intereses de su partido, dispuesto a defender a sus correligionarios manchados con el deshonor, la MACCIH no existiría. El que JOH haya accedido a pactarla con la OEA, lo acredita como un gobernante responsable. Que tuvo la valentía de reconocer que la sociedad que salió a la calle, tenía razón de protestar. Y que, en consecuencia, había que darle respuesta al rechazo contra la corrupción.

Por ello es que creemos que el informe, con quejas y todo, es un espaldarazo para JOH que, saltó al ruedo a luchar contra la impunidad. En segundo lugar es un reconocimiento a la fiscalía y a la Procuraduría General. Y en tercer lugar a la sociedad, que ha entendido para dónde sopla el viento y la forma cómo orientar las velas, para avanzar. Diferenciando a los corruptos de los honrados.

Pero como ocurre en todo, también hay debilidades que corregir. Los políticos deben cambiar. No pueden seguir repartiéndose los cargos, pasando por alto los méritos de las personas y mejorando su capacidad auditiva para entender que, deben escuchar a la sociedad, porque deben defenderla, renunciando a sus alianzas con los corruptos y las estructuras que los sostienen.

No hay que invocar razones de soberanía o de orgullo para defender a los corruptos. Ellos no representan a Honduras; ni prestigian a la sociedad. Más bien lo que se tiene que hacer, para que la carga no quede solo en las espaldas de JOH, es animar a la sociedad civil, para que salga de nuevo a apoyar a la MACCIH, como alternativa y solución. Y a denunciar a los corruptos.

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