¿Afecta el sectarismo la dirección de algunas instituciones?
Por Boris Zelaya Rubí
“Ser sectario es defender en forma ciega, no razonada, “la secta” a la cual se pertenece. Esta secta puede ser un determinado grupo de amigos, un partido, una seccional o regional, de ese partido, una federación sindical, etc. Solo la secta tiene la razón. Los demás, cuando no coinciden con ella, están equivocados, sus opiniones no merecen ni siquiera ser escuchadas y discutidas, reprimidas”.
Después de lograr el triunfo de un partido político, la costumbre ha sido tomar como “botín de guerra” todo el andamiaje del gobierno, repartiendo a diestra y siniestra las posiciones importantes, como si fueran parte del tesoro para las tropas victoriosas, entregadas a los más cercanos colaboradores por el esfuerzo en la conquista final.
Es absolutamente normal que un mandatario se haga acompañar durante su gestión, de las personas de mayor confianza, desde parientes, compadres y correligionarios, pero siempre y cuando tengan la capacidad para desempeñar la tarea de servirle al país, y con sus conocimientos mejorar la administración pública, levantándolo de la postración en que se encuentra ante el crimen organizado y la pobreza. El pueblo espera que después del premio o reconocimiento mundial por sus iniciativas de transparencia, el gobernante tenga la oportunidad de darle continuidad a todos los esfuerzos logrados hasta la fecha.
El Presidente de la República ha cumplido con los mandatos constitucionales de ejercer el poder con un gobierno integrado, tenemos gente experta en sus campos como el señor ministro de Educación, Marlon Escoto, el ministro del Trabajo, licenciado Carlos Madero, don Arturo Corrales de quien admiramos su habilidad para haberse convertido en un inquilino permanente en la administración pública. El sacrificio de los integrantes en cargos gubernamentales sin ser del partido ganador es enorme, sus correligionarios los señalan como traidores o vendidos, igual que a los diputados en el Congreso Nacional cuando cumpliendo con el sagrado deber de servir al pueblo han apoyado una moción en contra de los deseos sectarios de los que se creen dueños de un partido y seguramente tienen que prepararse para vivir después en una eterna llanura, como les dicen a los que no vuelven a ocupar una posición con su partido político.
Los errores en política salen caros para el partido que ha llegado al poder, la incapacidad de algunos funcionarios, que disimulan su ignorancia con soberbia y maltrato verbal a sus subalternos, permite que el mandatario para no afectar su gestión, recurra a lo que está de moda ¡nombrar comisiones! El resto de los empleos para los activistas por lo general estos son premiados con contratos anuales sin garantías de permanencia.
Las llamadas “barridas sectarias” en cambios de gobierno, dio origen a la formación de sindicatos en instituciones del Estado. Algunos se han convertido en una parvada de chantajistas que imponen sus condiciones a los nuevos funcionarios, de lo contrario les hacen huelga hasta por la falta de papel higiénico o son marionetas de la oposición malévola, que trata de perjudicar al Estado, para que ceda a las pretensiones de los “pandilleros organizados” que logran de esa manera, infinidad de beneficios.
Existen muy buenos profesionales, con maestrías y formación con excelencia académica, pero no se atreven a trabajar con el gobierno por considerar que pueden manchar su currículo, y prefieren emigrar convirtiéndose en parte de la fuga de cerebros, que la empresa privada no puede absorber o les ofrecen sueldos miserables.
Sería loable y meritorio que el Presidente prescindiera de los servicios de los mediocres, evitando sacrificar los impuestos de los hondureños en pagarle a tres “genios” que van a ¡taparle el ojo al macho! disimulando la incapacidad de los funcionarios trasladándolos a otros cargos ¡las famosas rotaciones! Que los incapaces no nos hagan seguir pasando la vergüenza de recurrir a consejeros y orientadores internacionales, a quienes ya solo les falta que dirijan la nación, como si sus países de origen fueran el Edén donde cantan los pajaritos y se oyen coros de ángeles, los ciudadanos no caminan si no que danzan al compás del vals del “Danubio azul” con cárceles convertidas en escuelas por falta de delincuentes.
De rodillas solo para orar a Dios.
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