Algo ha cambiado
Algo ha cambiado
Por: Juan Ramón Martínez
Desde el momento que JOH decidió ser candidato a la reelección, su imagen ha cambiado. Ahora es más candidato, que Presidente de la República. La oposición no lo ve como un punto de unidad en la diversidad, sino como un contendiente que, hay que atacar, debilitar y derrotar. Tal cambio, ha sido notorio en las últimas dos semanas: se agudizan las protestas, los reclamos de los empresarios –fuera de los maquiladores que siguen fieles– sobre las aduanas, la queja de la MACCIH, la respuesta nerviosa de Eval Díaz, –invocando principios de soberanía nacional un poco anticuados–, la visita del presidente de Transparencia Internacional, la remoción intempestiva del embajador en Washington, la mención de Corrales Álvarez como su sustituto, y la huelga de los estudiantes de la UNA en Catacamas, Olancho, presagia un tiempo nublado que puede concluir en una tormenta para la cual, posiblemente, no tengamos paraguas siquiera.
Pero hay algo que preocupa más. Por primera vez, vimos a JOH, pedirle un favor a la mayoría del Congreso –evidencia de las difi- cultades suyas para controlar a las bancadas, como en el pasado– para que le aprobaran la fusión de Banprovi y Banadesa, mostrando, eso sí, la importancia que tiene para su campaña, la atención del sector rural, en donde está el voto duro del Partido Nacional al cual ha mantenido desatendido. Y finalmente, el aislamiento de las fuerzas políticas, notorio en todos los gobernantes, al iniciar su tercer año en el gobierno, entrampado entre los maquiladores y algunos empresarios sin escrúpulos que, lo pueden usar para hacer negocios y cubrir tropelías. Todo esto, nos permite concluir, que las cosas han empezado a cambiar –esta vez sí, es cierto– y que a JOH, la oposición ya no lo ve con el respeto de la investidura presidencial. Y que hay que esperar una campaña electoral tumultuosa, tensa y muy crispada, en la cual, entre los discursos y las respuestas airadas, seremos testigos del crecimiento del terrorismo, que ya ha empezado con la quema de los buses, para después seguir con los incendios en los cañaverales, los ataques a las centrales eléctricas y a las torres de comunicación inalámbrica. Sin descartar secuestros, asesinatos selectivos de políticos, empresarios y periodistas, apoyados por la enorme cantidad de policías desempleados, que se pondrán al servicio de los que, quieran desprestigiar y debilitar al gobierno que, más del PN, es de JOH.
En fin, los políticos –especialmente Nasralla, que tiene la posibilidad de liderar el rechazo al intento reeleccionista de JOH– provocarán división, desprestigiarán instituciones. Y en vez de la unidad, nos empujarán los unos contra los otros, para que como “Caínes” descontrolados, nos matemos entre sí. Las declaraciones de Nasralla con respecto a que considera que las Fuerzas Armadas son un tribunal electoral y que, en consecuencia, deben impedir la inscripción de JOH como candidato presidencial por el TSE –en donde tiene mayoría de votos– busca animar la insubordinación y el uso anticipado de una institución, que es el último recurso con que contamos, para preservar la paz de la República.
Muchos nos hemos preguntado qué podemos hacer. Nosotros, hemos hecho un magisterio para prevenir, usando las experiencias históricas lo que nos puede venir encima, si persistimos en esta marcha hacia el abismo. Incluso hemos demostrado con datos y hechos que, de repente, el problema no lo tendremos en el proceso de reelección que parece indetenible, sino que en el segundo período presidencial de JOH, que no podrá seguirse manejando como hasta ahora, haciendo promesas y haciendo “carreritas” de San Juan. Para entonces, las masas empobrecidas se habrán duplicado, los reclamos populares saldrán a la calle, y no tendrá otra que usar la Policía y a los militares para mantener una paz dominada y controlada por la fuerza. Allí, en ese momento, cuando la sangre manche las calles, Honduras se nos volverá pedazos entre las manos. Y los que ahora, se sienten tan seguros, cobardemente, dejarán solo a JOH y a sus hermanos, bregando con una realidad que solo daño le provocará a Honduras y a los hondureños. Igual que Michael Moore, quisiera estar equivocado. Nunca he apostado por el fracaso de ningún gobierno. Ni mucho menos querido las calles ensangrentadas, las madres llorando y los hondureños sin saber qué hacer.
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