JUNTANDO GANAS Y LO INSÓLITO
JUNTANDO GANAS Y LO INSÓLITO
CON las tasas de desocupación que hay en el país esta noticia no deja de ser insólita. “El presidente del Ihcafé lamentó que los hondureños no tengan ganas de trabajar como cortadores de café, cuando cada uno podría ganar alrededor de 3 mil lempiras a la semana, cantidad que supera el salario mínimo que se paga en el campo, de 8,646 lempiras al mes. La falta de interés de los compatriotas en estas tareas del campo, ha abierto oportunidad para que trabajadores de los países vecinos ingresen al territorio nacional a cumplir con esas faenas”. Según el funcionario unos 60,000 centroamericanos estarían trabajando temporalmente en Honduras como cortadores de café en la cosecha 2016-2017, que inició el pasado 1 de octubre anterior. La caficultura –de acuerdo a las cifras del Ihcafé– genera cerca de 1 millón de empleos, abarcando trabajadores que desempeñan distintas actividades.
“Los propietarios de fincas cafetaleras –expresa el funcionario de Ihcafé– están preocupados por la falta de trabajadores hondureños para recoger la presente cosecha y en las radioemisoras del interior del país, los caficultores tienen avisos permanentes solicitando los servicios de cortadores de café e incluso ofrecen transporte, alojamiento y comida, además del pago por lata cosechada”. Lo anterior contrasta, con la ansiedad de mucha gente desocupada que se queja porque no encuentra trabajo en el sector gubernamental, como dando a entender que desean trabajar pero en cosas no tan contumeriosas, sino en faenas más holgadas, digamos como en las “chambas públicas”. Ha sido costumbre, para muchos campesinos que habitan en la denominada franja seca –incluye varios municipios del sur del departamento de Francisco Morazán– trasladarse a los departamentos cafetaleros en la temporada de corte para compensar por la sequía y las malas cosechas en sus lugares de residencia. Lo hacen con ánimo de agenciarse esos ingresos que ocupan para la subsistencia y el sostenimiento de sus familias. Puede ser que parte de estos compatriotas ya estén trabajando en esos quehaceres de corte de café pero, lo insólito, como decíamos anteriormente, es que habiendo vacantes, muchos desocupados prefieran padecer apuros económicos a tomar un trabajo que exija mayor esfuerzo. Si lo que esperan es obtener plaza en el gobierno, donde la vida es más sabrosa, la desesperación va a empujarlos a otro tipo de migración, hacia los Estados Unidos, ahora cuando las condiciones para entrar y permanecer allá se han complicado.
Cuando comiencen las redadas de indocumentados para repatriarlos, la desocupación aquí va a dispararse. Eso, porque todavía no hay un modelo económico orientado a incentivar al sector privado para que genere fuentes de trabajo. Cada vez son menos los que quieren trabajar en el campo, emigrando a las ciudades, creyendo erróneamente que van a mejorar su precaria situación. Pero lo urbano ya no tiene forma de absorber tanto desocupado. Basta ver esos crecientes cinturones de miseria. El funcionario del Ihcafé recalcó que “con esta cosecha, si los hondureños no quieren trabajar, tengo la seguridad que van a haber más de 60 mil a 70 mil entre guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses que van a venir a recolectar café; y sinceramente a mí me da pesar tener que decirlo, pero ese dinero deberían de ganárselo los hondureños y que no venga gente de otros países”. “Desgraciadamente no podemos esperar a que el hondureño junte ganas y que el café se nos caiga”.
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