Bisagra del tiempo
Bisagra del tiempo
Por: Segisfredo Infante
Justamente por estos días se publican muchos textos sobre las cosas importantes (o sin importancia) que ocurrieron durante el año que agoniza. Y luego sobre las expectativas positivas y negativas del año que está por llegar. Las personas acostumbradas a una ideología adherida a la morbosidad, suelen subrayar los sucesos hipotéticos negativos que se imaginan que podrían ocurrir, muchas veces sin ninguna sustentación histórica pasada o presente, por la simple manía de censurar todo aquello que se les ponga por delante, perdiendo de vista que en la “Historia” de la humanidad aparecen cosas inéditas, impredecibles, y muchas veces inexplicables, por causa del mismo factor “equis” que representan o encarnan los seres humanos. O por causa de siniestros naturales que se escapan de los controles del hombre.
Los sucesos políticos electorales más recientes en Estados Unidos, son una muestra fehaciente de lo que aquí estamos postulando sobre lo impredecible de los hechos históricos que están por venir, porque se deslizan por debajo de las aguas oscuras sedimentarias del gran río hegeliano que hemos trabajado en otros artículos y ensayos, a partir, hasta cierto punto, de la filosofía del gran Hegel. O por lo “indecidible” de algunos fenómenos, cuyas explicaciones se desprenden de uno de los teoremas claves de Kurt Gödel, un filósofo kantiano: el más grande lógico matemático del siglo veinte; y, como lo hemos advertido varias veces, el más grande lógico formal en los últimos dos mil trescientos años después de Aristóteles, el creador monstruoso de la “Lógica”. “Monstruoso” en el sentido más positivo que pudiéramos significar. (¡Qué falta hacen los pensadores recios en los tiempos frívolos, superficiales, fanáticos y descerebrados que actualmente corren!).
Para hablar con propiedad sobre el destino próximo y lejano de Honduras, es indispensable hacerse una idea (o por lo menos obtener información) acerca de las cosas vitales que están ocurriendo en el planeta como una totalidad. No mediante la óptica de los fragmentos demasiado aislados que suelen proyectar algunos “neoliberales” y algunos partidarios de ciertas tendencias “posmodernas”, que entierran, con optimismo, sus cabezas de somorgujos, para contentarse con sus propios nichos ambientales, y luego ignorar el resto del mundo. Un ejemplo: Ciertos tecnólogos y futurólogos se encuentran fascinados con la sola idea que las máquinas robotizadas sustituyan el trabajo del hombre. Perdiendo de vista que existe el peligro que cuando hablan de “conciencia robótica” (en el remoto caso que la haya) están sustituyendo la condición humana, es decir, la autoconciencia varias veces milenaria del “Hombre”. También pierden de vista estos caballeros de lengüita fácil y de mirada de lince superficial, que mientras ellos se fascinan con la robótica, hay decenas de millones de personas que sufren de hambre y de sed concretas alrededor del mundo, con unos problemas políticos y religiosos siempre a punto de explotar.
Hay preguntas vitales que debiéramos replantear con sobriedad, y autoformularnos para consumo de nosotros mismos y de los demás, en esta travesía histórica contemporánea o “posmoderna”, recargada de incertidumbres. Por suerte el teórico italiano don Giovanni Sartori ha publicado un opúsculo (durante el año 2016) que lleva por título sugestivo “La carrera hacia ningún lugar”, como dando a entender que nuestro mundo actual se precipita por ningún lado. O que cuando menos se encuentra preñado de contradicciones (incluyendo las del mismo autor), como aquello de las “revoluciones verdaderas” y de las “revoluciones falsas”. Estas últimas abundan por doquier, especialmente desde la óptica de los futurólogos fanatizados y dogmáticos, y de los acostumbrados al discurso lenguaraz del “neopopulismo”. (Neologismo creado por nosotros, hace varios años, aquí en las páginas de LA TRIBUNA, y repetido por otros autores latinoamericanos que nunca citan fuentes).
Para saber cómo andan las cosas en el mundo, los hondureños serios debiéramos estudiar, además de Estados Unidos, un poco la situación actual de países como China Popular, Japón, Taiwán, Corea del Sur, la India, Corea del Norte y otros países allende al Océano Pacífico. No podemos ni debemos ignorar el pasado, el presente y el posible futuro de estas naciones que inciden notablemente (para bien y para mal) en el destino económico y político del planeta. Algunos de los mismos norteamericanos (que todavía razonan, más o menos, cerebralmente) estudian en forma acelerada los acontecimientos internos de China Popular. Uno de ellos es el señor David M. Lampton, de la Universidad John Hopkins. Del mismo modo debiéramos aproximarnos al capitalismo semi-mafioso de Rusia; y a los reflujos históricos de Europa, la fuente “nutricia” de nuestros saberes occidentales.
Algo raro está pasando en los lenguajes y acciones del mundo actual, muy disperso y heterodoxo, dicho sea de paso. Algo de estos fenómenos hemos conversado en lo interno del Grupo de Estudio y Reflexión “Kurt Gödel”, durante el mes de diciembre. Lástima grande que las cervezas “caguamas”, el inmediatismo excesivo y la falta de caballerosidad, conduzcan a que perdamos el rumbo de nuestras meditaciones más equilibradas.
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