Orden en medio del desorden

Orden en medio del desorden

Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario
Poner orden, en un país acostumbrado al desorden y la anarquía no es tarea fácil, trae consigo múltiples reacciones, a veces algunas medidas adoptadas desde el Estado son comparables con determinaciones que atentan contra la estabilidad o el bienestar de ciertos grupos sociales, políticos o empresariales, provocan reacciones violentas y posiciones dogmáticas y de rebeldía de aquellos que consideran que sus intereses se ven violentados e irrespetados.
En el ámbito de la aplicación de la justicia, Honduras ha sido por décadas una nación en donde reina el desorden, el irrespeto a la ley, la corrupción y la impunidad por mencionar algunos flagelos que se convierten en grandes y fuertes obstáculos que se solidifican con profundas raíces que alcanzan a los cuerpos de investigación y seguridad, el Poder Judicial, el Ministerio Publico y hasta la clase política.
Somos parte de una sociedad que se acostumbró a ver con inconcebible normalidad, cómo desde los partidos políticos y desde las grandes empresas se mueven poderosas influencias para obstaculizar la justicia, los casos de corrupción son visibles y trascienden de gobierno a gobierno generando en el país el descontento social y el debilitamiento de la institucionalidad.
Vivimos en un país cuyos gobernantes se acostumbraron a “mercadear” con la corrupción, una nación en donde sus habitantes tienen que apelar a la justicia divina por que la terrenal no existe o no los alcanza debido al exceso de los políticos y sus financistas que llegaron al extremo de reclamar para sí la Corte Suprema de Justicia y otras instancias estatales cual si se tratara de una hacienda particular.
Cuando hay desorden en los entes de justicia prevalece la ley del más fuerte, esa que se fundamenta en que se hagan ajustes sociales, políticos y económicos respetando privilegios, haciendo más grandes las grietas de una sociedad que cada vez cree menos en sus líderes y en donde se levantan voces disonantes que buscan ganar sus propios espacios para crear confusión social.
Poner orden en el país no es fácil, porque vivimos en medio de contradicciones, los que ayer exigían en las calles el castigo a la corrupción hoy cuestionan las acciones orientadas a sancionar este delito, porque llega el momento de aceptar que del exterior nos obliguen a tomar acciones contra los que infringen la ley puesto que a lo interno es imposible.
¿Cómo poner en orden el país? Esa es la gran interrogante con diversidad de respuestas que al final coinciden en un solo punto de partida; un sistema de aplicación de justicia que sea una herramienta efectiva en la lucha contra la corrupción y la impunidad y un pilar fundamental en la estabilidad del sistema democrático que logre ganarse el respeto y la credibilidad de la población.
Ya es tiempo que se cumpla el rayado dicho político y popular que dice que “la justicia debe ser pareja para todos”, y si en esto nos ayudan las presiones de gobiernos como el de Estados Unidos bienvenidas sean, en el anhelo de un país en orden hay que comenzar aplicando la ley con aquellos que se acostumbraron a promover el desorden.
@aldoro/alromeroz@hotmail.com

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