La nación busca justicia


La nación busca justicia


Por Carlos A. Medina R.
Lo más importante en la existencia de un Estado moderno es la presencia de un sistema judicial independiente, imparcial y justo. La Corte Suprema de Justicia de un país es y debe ser siempre, la columna vertebral de la nación, y los pueblos civilizados se juzgan precisamente por ese poder del Estado que debe ser ejemplo para todos sus ciudadanos. Cuando el sistema de justicia está comprometido con los políticos de turno o con las fuerzas económicas poderosas, produce un hiato tremendo en la aplicación de la justicia, en donde los jueces muerden como culebras venenosas a los descalzos y de una manera increíble respetan a los poderosos, no tocándolos ni con el pétalo de una rosa.
En estos momentos en que Honduras está escogiendo las 15 personas que conformarán el cuerpo de la Corte Suprema de Justicia en un sistema muy diferente al que se usaba en décadas anteriores, en donde se le está dando oportunidad a las diferentes instituciones que constituyen el conglomerado nacional, es necesario que todos participemos para que se escojan a los mejores, a los más sabios, a los más honestos y aquellos que no tienen lazos con los grupos que siempre han manejado a la Corte Suprema de Justicia.
A mediados del siglo XX el general Tiburcio Carías Andino, dictador de la nación, escogía personas ilustres, pero miembros adscritos al partido del gobierno. En el periodo democrático que comienza en 1982, los dos partidos políticos tradicionales tenían la fórmula de escoger ocho del partido ganador y siete del partido perdedor; eso de por sí ya fue una ganancia a la situación anterior, pero no era el procedimiento que podía ser independiente, imparcial y justo.
Por tercera vez en nuestra historia, el pueblo hondureño a través de los grupos organizados, tiene la oportunidad de presentar candidatos a dichas posiciones. De un total de 200 se escogerán por la Comisión Nominadora los 45 mejores que serán presentados al Congreso Nacional, quién a su vez, debe escoger a los 15 mejores calificados. Nada en este mundo es perfecto, pero el sistema que estamos utilizando es superior al que usó el dictador Carías y a la división que hacían los dos partidos tradicionales.
La tarea de la Comisión Nominadora no es fácil, pero entendemos que está conformada por ciudadanos de altos quilates que no devengan sueldos, pero que aportan lo mejor de sí a la nación. Las pruebas que son aplicadas a los candidatos y aprobadas por la ley existente son vistas con buenos ojos por el pueblo hondureño, aunque los veedores internacionales no estén de acuerdo con la aplicación de la prueba del polígrafo y otras amenidades modernas. Sin embargo, los miembros de la Comisión Nominadora están cumpliendo con la ley y los candidatos tienen que someterse al escrutinio y al “espulgamiento” que esa ley exige.
El Comité de Juristas Centroamericanos que tiene su sede en Ginebra, Suiza, y que ha venido a nuestra Patria a evaluar el proceso de que estamos hablando, ha sugerido algo muy importante, y es que a pesar de que todos creemos que las cosas se están haciendo bien, ellos han hecho notar que el procedimiento no es transparente, y que el examen de los candidatos no se hace a la luz pública como debería ser, es decir los examinadores deberían estar en un salón grande, posiblemente con graderías para el público y espacio para las cámaras de televisión, en los momentos en que los candidatos son sometidos a interrogatorio. La Comisión de Transparencia Internacional basada en nuestro país, ya había hecho dicha observación a la Comisión Nominadora, y nos parece que el presidente de la misma contestó que ellos estaban haciendo lo mejor posible, que no ganaban ni un centavo y que si no les gustaba que dejaban el trabajo para otro.
Al final, todo se resume a que la mayoría de los hondureños queremos una justicia independiente, imparcial, transparente y justa, la que en verdad no hemos tenido en nuestra historia, y si queremos acabar con la corrupción y la impunidad y otros males particulares a nuestra nación, la Corte Suprema de Justicia debe estar conformada por los juristas más notables e idóneos que tengamos dentro de las fronteras patrias, porque de lo contrario, seguiremos con una justicia que se hinca ante el poderoso, y al que no tiene nada le aplican los castigos más severos que la ley le otorga.
Dios permita que el “humo blanco” que emane del Congreso Nacional, signifique que hemos hecho lo mejor que los catrachos podemos hacer.

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