Indignados: la union hace la fuerza


Indignados: la unión hace la fuerza
Ramon Custodio

Los jóvenes indignados de Paraguay están triunfando en su depuración del sistema de la educación superior corrupto, con la consigna #UnaNoTeCalles, en una lucha iniciada desde el 21 de septiembre como su primavera política.
Guatemala acaba de darnos un gran ejemplo de lo que es posible lograr cuando la voluntad nacional de un pueblo –el único soberano- hastiado de la corrupción decidió ponerle un punto final a “La Línea”; ese 20% adicional en los costos de todas las obras públicas, que era pagado por cada contratista al sistema de políticos corruptos.
El secreto en ambos casos fue que tuvieron una estrategia en cada proceso, de modo que supieron lo que querían y se unieron para lograr el consenso y la victoria redentora.
En la segunda guerra mundial, el totalitarismo del Partido Nacionalsocialista (Nazi) de Alemania hizo una alianza con el imperio militarista japonés y el fascismo italiano, conocido como El Eje, cuya doctrina geopolítica estuvo a punto de dominar el mundo a pesar de los absurdos postulados por sus líderes: predominio de la raza aria, única pura; apoderarse del espacio vital para su desarrollo, aunque fuera ajeno; exterminio de los judíos, genocidio al que llamaron la solución total; práctica de la eutanasia con los discapacitados y homosexuales; intimidación por el terrorismo de Estado, hasta pseudojurídico y lleno de falacias filosóficas, etc. El partido en el poder lo podía todo en Alemania e Italia, mientras que la divinidad atribuida al emperador en Japón hacía de él el líder indiscutible y por pura idolatría los japoneses tenían prohibido verle.
Los Estados Unidos de América (EE UU) tomaron partido con los estados que se oponían al Eje, que tenía ya en su poder a Europa, casi todo el norte de África y gran parte del Asia, especialmente territorios del imperio inglés y China continental, cuando Japón le destruyó casi toda su flota anclada en Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, una infamia sin declaratoria de guerra.
En plena guerra, EE UU empezó por el reclutamiento obligatorio, la reconversión de su industria de paz en una industria bélica, militarizando todo menos los poderes de la democracia.
El principal reto fue encontrar el líder que comandaría su fuerza militar. Quien tomó la decisión, por consejo del general George Marshall, fue el presidente Franklin Delano Roosevelt. El escogido fue el teniente coronel Dwight E. Einsenhower, de acuerdo a un perfil especial porque requería mucho más que la estrategia y la táctica tradicionales del militar: liderazgo. El acierto del nombramiento fue demostrado desde el primer día de su mandato, que en el curso de la guerra le hizo deliberar, debatir, dudar y, sobre todo, decidir; cualidades que requieren haber nacido con ellas o aprenderlas y aplicarlas en consecuencia de allí en adelante.
El estudio del desempeño de Ike, diminutivo de Dwight E. Eisenhower, ha llevado a decir que él fue un ejemplo de lo que ahora se conoce como el líder iluminado. Otro ejemplo es el del conductor de una orquesta; hubo uno que empezó dirigiéndola con la batuta, luego sin moverla, al final se sentó y con la fuerza de su mirada terminó su conducción magistral. En una guerra, el líder conduce y dirige a la salvación y a la victoria, aún perdiendo batallas.
La Oposición Indignada de Honduras llegó a constituirse en un movimiento de gran expectativa para el pueblo hondureño, carente de líderes. De modo que su fracaso por la división espontánea o sembrada por parte interesada, es digna de la mayor preocupación. Los únicos que ganan en esta batalla son los corruptos.
En 1944 cuando la emigración hondureña en Guatemala era el mejor ejemplo de la desunión, don Clemente Marroquín Rojas escribió en su diario guatemalteco que hasta las mulas se unen ante el peligro, pero no los hondureños.
En la segunda guerra mundial, los aliados que vencieron al Eje demostraron que la unión hace la fuerza.
La oposición Indignada dividida deja al pueblo hondureño indefenso ante el poder absoluto, que corrompe absolutamente y divide a los buenos para vencerlos.
Casi siempre triunfan los enemigos del pueblo, porque los malos se unen en contra de los buenos.

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