Dudas
Dudas
Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario
Catedrático universitario
El caso de los Rosenthal provoca muchas dudas.
Los abogados, por ejemplo, tenemos que preguntarnos qué pasó con el principio de que todo imputado goza de la presunción de inocencia. Lo que están haciendo con la familia Rosenthal es una negación de este principio. La han despojado, en días, de todo su patrimonio, forjado en aproximadamente un siglo de trabajo tesonero, porque el Banco Continental, de su propiedad, supuestamente realizó transacciones financieras sospechosas, desde el 2004, según autoridades gringas.
Ni siquiera ha comenzado el juicio y ya fueron condenados. Lo curioso, es que la condena no viene de las autoridades de Estados Unidos, que son las acusadoras, sino de las autoridades hondureñas, sin que exista investigación criminal alguna contra esa familia, según declaraciones oficiales del MP. Las autoridades hondureñas -no las gringas, que se han limitado a congelar las cuentas bancarias de esa familia- fueron las que decidieron confiscar sus bienes y recursos.
La CNBS, en efecto, decidió administrativamente aplicar una ley para prevenir la bancarrota de las instituciones del sistema financiero, a un caso de supuesto lavado de dinero en un banco. Pareciera que se vieron forzados a hacerlo, ya que horas antes de anunciar la liquidación forzosa, aseguraron que el banco seguiría operando. Habrá que preguntarse, entonces, qué idoneidad tiene la decisión de liquidar forzosamente una entidad financiera, que la misma CNBS reconoció horas antes como financieramente saludable.
¿Si las decisiones gringas tornaron inviable el banco, no había otra forma de reaccionar que generar el pánico que han provocado? ¿Para evitar, justamente, las funestas consecuencias que las decisiones nacionales están causando en miles de familias hondureñas, que no podrán disponer -en el supuesto más optimista- libremente de sus depósitos para sus gastos personales o empresariales y en aquellas cuyos padres o madres perdieron irremediablemente sus fuentes de trabajo? Cargarán para siempre con el estigma de haber castigado a inocentes, cuyo delito fue confiar en el sistema financiero hondureño.
Entre los activos del banco liquidado, aparentemente se encuentran empresas que coadyuvan en gran medida a la economía nacional. La incertidumbre que priva en el banco se extiende a estas empresas, con las consecuencias negativas que esto implica.
Es evidente el nerviosismo en el mercado financiero nacional y en el que operan las demás empresas de los Rosenthal, aunque el gobierno quiera calmar a la población diciendo, y lo repiten, con extraordinaria ligereza, ejecutivos de otros bancos, que el Banco Continental “solo” representa un 6% en el sistema financiero. ¡Cómo si hablaran de un país que no estuviera aquejado de tantos déficit y carencias!
Cómo es posible que el gobierno y la empresa privada digan que nada pasará con la abrupta desaparición del Banco Continental y de los 11,000.00 puestos que sostenía, ni con el congelamiento de cuentas de ese banco, presuntamente de millones de dólares, en Estados Unidos y en otros países; que no incidirá en la economía la inevitable disminución en la producción de las demás empresas de ese grupo; que nada pasará porque se trata de un problema entre esa familia y la justicia gringa, sin repercusiones en el ámbito nacional; finalmente, que en nada afectará al país que el gobierno de Estados Unidos esté reclamando para sí, los bienes y recursos del banco liquidado y de la familia Rosenthal.
¿Qué pasará si los Rosenthal demuestran su inocencia en los tribunales gringos? ¿Quién pagará la indemnización por los daños y perjuicios que los inmaduros e impetuosos de la CNBS causen a la familia Rosenthal y a miles de familias hondureñas?
A más incertidumbre, más inseguridad jurídica.
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