FERIADOS Y DUELOS SIN SUSPENSIÓN DE LABORES

FERIADOS Y DUELOS SIN SUSPENSIÓN DE LABORES


Editorial La Tribuna
OJALA a nadie vaya a incomodar los comentarios que hemos hecho sobre los feriados, aprovechando que no haya otra cosa sobre la cual hablar en este largo período de vacaciones. Quién sabe, además, como le haya ido al turismo interno con estos cielos encapotados. Sin duda serán halagadoras las cifras que ofrecerá el ministro del ramo como resultado de esta proeza. Horas antes que empezaran las peregrinaciones –posiblemente se fue a colocar con un ábaco en alguna de esas carreteras transitadas–ofrecía datos de los millonarios beneficios para el rubro, como de los cientos de miles de compatriotas que se estaban movilizando a los distintos destinos de entretenimiento. Aunque los propietarios del transporte urbano se hayan quejado que este año se redujo el número de excursiones y un sondeo a vuelo de pájaro, en algunos balnearios frecuentados en distintas zonas del país, arrojó una escasa concurrencia. (De verdad esperamos le haya ido bien al sector turismo, considerando lo estancado que están las demás actividades comerciales y empresariales de la economía que permanecieron paralizadas durante este largo asueto).
Lo anterior da pie a hacer reflexión sobre estos días de holganza ¿No cree el amable público que ya sea menester de hacer sacrificios y agacharse a trabajar, en un país donde se han perdido décadas enteras de valioso tiempo en molotes, en reyertas, en desencuentros, en conflictos políticos– que debió dedicarse al engrandecimiento de la Patria? Aparte de ello. En esta frivolidad de ahora, ¿a alguien interesa, cuál haya sido el propósito de decretar fechas festivas, no para barzonear, sino para conmemorar más bien algo grande que haya transcurrido en la historia nacional que merezca rememorarse? ¿De dónde sacaron que las efemérides sean para hacer turismo y, como novedad, hacer un solo chorizo de todas estas fechas memorables? Más bien, en el estado dificultoso que se encuentra el país, la iniciativa de los diputados hubiese sido buscar formas de compensar por todo este tiempo desperdiciado en piruetas y apangadas, en vez de apelmazar todas estas fechas festivas en un puente extendido desde mediados de semana hasta inicios de la otra. Con el perdón de la inmensa mayoría de veraneantes –sabemos que en esto braceamos contra corriente– lo que convendría hacer más bien es eliminar feriados.
Digamos, hay dos fechas de octubre consagradas a los uniformados. Una, conmemorando el nacimiento del epónimo héroe de la integración centroamericana y el otro dedicado a las Fuerzas Armadas porque le dieron volantín a Julio Lozano, convocaron a elecciones y el Ejército adquirió estatus en la nueva Constitución del 57 como institución “profesional, apolítica y no deliberante”. (Todo ello está bien reconocerlo, si en realidad para eso sirvieran los feriados) ¿No les parecería mejor que todas esas cosas bien podrían celebrarse y recordarse en una sola fecha, digamos, manteniendo el aniversario del nacimiento de Morazán, como Día del Soldado y a la vez de las Fuerzas Armadas de Honduras? Así como los lutos cuando se muere alguien que valga la pena honrar; las instituciones públicas y privadas ofrecen duelo sin suspensión de labores, igual podría hacerse con ese feriado de la raza (alias de la Hispanidad) decretado por Francisco Bertrand para reconocerle a Colón el descubrimiento de América. Estas son fechas que bien pueden guardarse con actos cívicos en los colegios y las escuelas. Servirían para ilustrar a los jóvenes sobre las razones históricas de las efemérides que, dicho sea de paso, desgraciadamente hoy en día a nadie interesan; aparte de informarlos sobre las bondades y perjuicios de la conquista que ahora son temas de controversia. Aunque quitar feriados aquí casi es equivalente a sacrilegio.

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