Valor por nuestro dinero
Valor por nuestro dinero
Por: Héctor Paz Lázarus
Consultor y catedrático universitario
Consultor y catedrático universitario
Cuando laboré en el Banco Centroamericano de Integración Económica en temas de planeación estratégica, monitoreo económico y evaluación, tuve la bendición de viajar a Ottawa, Canadá. Participé en un entrenamiento sobre evaluación del desarrollo, certificado por la Universidad de Carleton y el Banco Mundial. Los cursos incluyeron la evaluación de los programas de asistencia de los organismos financieros internacionales, la evaluación de inversiones en el sector privado, temas de género en el monitoreo de proyectos y enfoques de evaluación. Participaron funcionarios de diversas instituciones del mundo.
En un trabajo grupal sobre los programas del FMI, examinamos su asesoría a diversos países. Con el grupo, llegamos a la conclusión de que dicho organismo daba una “receta” única a todos los países a los que había prestado asistencia, pese a que la problemática socioeconómica de cada país era diferente. En todos los casos, restringían la demanda para estabilizar las variables macroeconómicas, deprimiendo así la inversión, el crecimiento económico y la generación de empleo, cuando lo que se necesitaba, como en el caso hondureño, era estimular la productividad, la inversión, el empleo formal, el desarrollo humano de la población y una oferta de bienes y servicios innovadora y con valor agregado. Consecuentemente, sus recomendaciones deberían ser diseñadas a la medida, conforme a las necesidades, inquietudes y desafíos de cada país. En Honduras, hay que potencializar la microeconomía, o sea, la actividad socioeconómica de los hogares y las empresas.
Mi superior inmediato, de origen costarricense, propuso visitar la Oficina del Auditor General de Canadá, una institución cualitativamente diferente a nuestro Tribunal Superior de Cuentas. Me atendieron funcionarios que mostraron seriedad, rectitud, profesionalismo y compromiso con su país. Me hablaron sobre el “Valor por Nuestro Dinero”. Dicha Oficina es un auditor independiente que reporta al Parlamento de Canadá sobre las actuaciones del gobierno, especialmente en el manejo de los fondos públicos, a fin de velar por la rendición de cuentas, la provisión de servicios públicos éticos y efectivos, la buena gobernabilidad, derivar lecciones aprendidas para mejorar las intervenciones de desarrollo y la protección del patrimonio de Canadá. Las auditorías de valor por dinero se orientan a verificar si los servidores públicos destinan los recursos financieros que proveen los contribuyentes hacia el interés público, o sea, determinar si los programas y proyectos del gobierno tienen un impacto sustantivo en la economía y sociedad.
Valor por nuestro dinero reconoce que crecimiento económico no es lo mismo que desarrollo económico. Sin crecimiento económico no hay desarrollo económico, siendo los factores principales que inciden en el crecimiento económico la libre competencia, la calidad de los servicios públicos, la seguridad jurídica y ciudadana, la competitividad empresarial, el desarrollo de la infraestructura económica, el desarrollo humano, la estabilidad macroeconómica, el acceso a financiamiento y el uso sostenible de los recursos naturales, entre otros. Crecimiento económico es el cambio continuo en la generación de bienes y servicios, medido por las variaciones anuales del Producto Interno Bruto (PIB). Por su parte, desarrollo económico, definido resumidamente, es estimular un crecimiento económico que se traduzca en un mejoramiento generalizado del bienestar de la población.
Canadá, que tiene una presión tributaria superior a 30% del PIB, comparada con 17% en Honduras, ocupa destacadas posiciones en transparencia, desarrollo socioeconómico y felicidad de la población. Se sitúa en la posición 9 de 176 países considerados en el Índice de Percepción de Corrupción del Sector Público, elaborado por Transparencia Internacional, y en la posición 10 de 188 países analizados en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Además, ocupa la posición 6 de 156 países evaluados en el Informe Mundial de Felicidad, publicado por la Organización de las Naciones Unidas. En Canadá, la población recibe valor por su dinero.
Dicho esto, el diálogo sobre la deuda pública de Honduras debe girar en torno a los resultados que se han obtenido con los recursos externos e internos contratados. El endeudamiento no es malo per se, toda vez que se tenga la capacidad de pago para honrar en tiempo y forma los compromisos financieros. Además, los recursos financieros deben utilizarse fructuosamente, a fin de contar con un retorno lo suficientemente alto para honrar los pagos y que los fondos se inviertan para multiplicar la actividad económica y mejorar sustancialmente la calidad de vida de la población. Los recursos públicos pertenecen a la población, quien ha confiado su administración al gobierno. No son propiedad del gobierno, ni de ninguno de sus funcionarios.
Es muy importante analizar los aspectos cuantitativos de la deuda pública y su carga sobre la población y economía, pero más relevante es evaluar si dicho endeudamiento ha tenido un impacto real sobre el bienestar de la población, o sea, si los hondureños hemos recibido valor por nuestro dinero. Para iniciar, los últimos dos gobiernos han endeudado grandemente al país. No obstante, el crecimiento económico ha sido moderado y no se ha avanzado en desarrollo económico, pese a los considerables recursos financieros que se han contratado. Asimismo, la exigua riqueza que se ha generado se ha concentrado en pocos sectores y las familias detrás de ellos, muchas de ellas involucradas en negocios ilícitos. Además, la calidad de vida en Honduras es pésima, ya que no ha habido un reparto generalizado de la riqueza, como indican los diferentes datos, análisis y lo que vive la mayor parte de la población.
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