EL RITMO DE CRECIMIENTO



EL RITMO DE CRECIMIENTO

LAS aves agoreras –cosa inusual ya que generalmente a lo que vienen es a exigir “trancazos”– son portadoras de buenas noticias. Un informe del FMI, “Perspectivas Económicas Globales”, asegura que Centroamérica incrementará levemente su ritmo de crecimiento en 2017 al 3.9% y al 4.1% en 2018. Explican que “el mayor crecimiento centroamericano se producirá después del 3.8% registrado en 2016, y viene dado en parte por el mayor ritmo de crecimiento de la economía de Estados Unidos”. Lo cual es lógico ya que el mercado norteamericano es esencial a nuestros productos de exportación. “Panamá estará de nuevo al frente de la expansión con unas tasas estimadas del 5.8% para este año y 6.1% para el próximo”.

“A continuación se ubica Nicaragua, con un crecimiento previsto del 4.5% en 2017 y del 4.3% en 2018; y Costa Rica, con una expansión del 4.1% y del 4%, respectivamente”. “Guatemala crecerá de acuerdo al FMI un 3.3% este año y 3.5% el siguiente; Honduras lo hará un 3.4% y un 3.6%, respectivamente; y El Salvador, un 2.3% ambos años”. Pues bien, estamos en el término medio del crecimiento esperado. Ni arriba ni abajo. Sin embargo, bien harían en revisar esas políticas económicas de contracción –exigidas por las mismas aves agoreras– ya que el país sigue teniendo la carga impositiva más alta de la región. Y si de crear empleos se trata –si bien las obras públicas absorben trabajadores– ello no es posible en los números deseados, sin claros incentivos a la iniciativa privada y estímulos a la inversión. Hay que advertir que esas tasas de crecimiento proyectadas no incluyen las políticas inmigratorias de Washington, ni computan los efectos de las redadas masivas de indocumentados, ni la construcción de la gran muralla que separará al “imperio” de sus vecinos del sur. Ni imaginarse qué pueda suceder a la relativa estabilidad monetaria y al ingreso de cientos de miles de familias que dependen de las remesas familiares de los hondureños residentes en los Estados Unidos, si se produce la procesión de regreso a su país de origen. Como ya hemos dicho, la migración le ha resuelto al país dos problemas. Las tasas de desocupación serían más alarmantes si ese gentío que se fue a buscar trabajo a los Estados Unidos se hubiese quedado esperando encontrarlo aquí en su país. Además, una vez que lo encontraron allá, mensualmente envían parte de su salario a los parientes que dejaron atrás. Son 4 mil millones de dólares lo que recibe el país en concepto de remesas. Calculen el impacto en las finanzas públicas y en el nivel de reservas restándole esos recursos.

Pero como no es de quejas sino de buenas noticias que estamos hablando, las cifras más prometedoras del FMI incluyen un mayor volumen de intercambio comercial, no solo con la nación del norte, sino entre los mismos países de la región. Con mayor razón Honduras debe buscar mejorar su condición competitiva en relación a las demás naciones centroamericanas. Y algo hay que hacer con México ya que el Tratado de Libre Comercio –pareciera que por tanta traba que ponen a la introducción de productos hondureños a su mercado– nos deja de saldo un déficit comercial. Ahora bien, para generar bienestar parejo –no solo enfocados en cifras macroeconómicas ventajosas para los de arriba– ya días dimos la fórmula. Un modelo generador de riqueza. No castigando la demanda –con esas groseras medidas del FMI que encogen la economía– sino estimulando la oferta; o sea incrementando la producción.

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