Los anhelos del pueblo hondureño

Los anhelos del pueblo hondureño

Por: Froylán Ochoa Alcántara
Abogado
“Siendo por nacimiento ciudadano de un estado libre y miembro del soberano, por poca influencia que mi voz pueda tener en los negocios públicos me basta el derecho que tengo de votar para imponerme al deber de enterarme de ellos, ¡mil veces dichoso, pues siempre que medito sobre los gobiernos, hallar en mis investigaciones nuevos motivos para amar el de mi país!…”. Jean Jacques Rousseau.

En fecha recién, el pueblo hondureño fue convocado al proceso de elecciones internas, de manera que un considerable segmento de la población concurrió a depositar su voto con el propósito de hacer la escogencia de futuros candidatos a los diversos puestos públicos en el nivel municipal, legislativo y ejecutivo.

Las primeras elecciones internas se realizaron en el año de mil novecientos ochenta y cinco, fue así que las diferentes facciones que surgieron en cada partido fueron informadas del nuevo sistema de escogencia de los candidatos. Entonces aparecía en el escenario político un proceso electoral nuevo, proveniente del exterior. De allí el problema de siempre, que vienen expertos más inteligentes que los hondureños, a decirnos qué debemos hacer y cómo hacerlo.

Dicho sistema, como todo híbrido tuvo sus fallas y las sigue teniendo aun con el implemento de la modernización tecnológica, se dieron anomalías que al momento del conteo de los votos, la mayoría de los mismos los obtuvo una de las facciones del Partido Nacional, obviamente, que dicho triunfo fue manipulado por los seguidores y operadores que tenían acceso al sistema, o sea, que el triunfo obtenido fue por una abrumadora diferencia. Todo evidenció que fuera un sucio truco político quedando así registrada la maniobra en los anales de la democracia hondureña.

Desde entonces puede decirse que dicho sistema no ha contribuido a democratizar los partidos, por el contrario, se producen a lo interno divisiones difíciles de salvar, ya que los correligionarios que perdieron la batalla interna quedan marcados y marginados, quizás porque se atrevieron a desafiar a los grupos de poder o porque tuvieron la osadía de cambiar el rumbo político-doctrinario imperante en el Partido Nacional que desde entonces se encuentra secuestrado por grupos oligarcas, que emergen como inversionistas para más adelante pasar la factura.

Así no puede haber democracia y tal como dicen los que detentan el poder “que vivimos en democracia” a esta se le puede llamar democracia de unos pocos y solo para ellos y sus adláteres, resultado de ello, está a la vista con lo que estamos viviendo los hondureños, porque las diferencias sociales cada día se profundizan más. Hay que enfatizar en el conocimiento de lo que es una verdadera democracia y para acceder a ella los gobiernos deben culturizar al pueblo con más educación, enseñar cuáles son sus derechos y deberes constitucionales en primera instancia y después llevarlo por las vías legales a los beneficios sociales que garantizan las leyes que conforman el Estado de Derecho. Ello para conducir al pueblo a una verdadera aplicación de la justicia.

La propaganda oficial por todos los medios nos martillea a diario con mensajes políticamente manipulados en favor a reconocer que todo está cambiando, nos quieren mentalizar de que existen en la práctica políticas gubernamentales, diciendo “que la señora fulana de tal”, ha encontrado la salvación con un fogón de leña que le regaló algún activista político, cuando lo que sería aceptable propagandear, es que el pueblo hondureño ya goza de luz eléctrica barata para cocinar de manera sana y limpia, sin perjudicar su salud personal y el medio ambiente. Este tipo de logros nos tipifican como un pueblo atrasado del tercer mundo.

Básicamente, los grupos de poder y las autoridades constituidas, todos los días violentan los preceptos constitucionales y eso es verdaderamente grave, ya que debilitan las instituciones y se pierde la confianza en las mismas, el slogan oficial de que “nadie está por encima de la ley” suena muy bien, pero todos sabemos que no es cierto, puesto que tenemos muy cerca el antecedente de cómo el Presidente ha salvado ilegalmente varios obstáculos para alcanzar posiciones en varios niveles, igualmente, otro “señor” aspirante ha violentado varias leyes desacatando lo dispuesto por un Tribunal Supremo. Entonces, NADIE SÍ ESTÁ SOBRE LA LEY.


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