Demencial poderío atómico



Demencial poderío atómico

Por: Segisfredo Infante
No deseo referirme, en este caso, al exceso de ojivas nucleares disuasorias que subsisten por doquier, sobre todo en las entrañas de las ex–superpotencias de la “Guerra Fría”, que a pesar de los desmantelamientos en los contradictorios momentos de deshielo, continúan almacenándose con el riesgo candente que algunos de tales artefactos terminen en manos de los consabidos terroristas, algunos de los cuales logran acumular grandes cantidades de dinero, con la posibilidad de comprarlos, habida cuenta que todavía prevalecen los mercaderes de la guerra oscura y de las armas peligrosas, cuyos cerebros extremadamente ambiciosos carecen del más elemental sentido común, en lo que concierne al respeto y la preservación de la vida humana, individual y colectiva, en tanto que ponen en peligro de muerte hasta sus propias vidas, las de sus hijos y sus nietos.

Pero a lo que deseo referirme, más bien, es a un personaje específico que exhibe, a todas luces y oscuridades, graves problemas mentales, expresados en actos cotidianos. Me refiero al actual jefe de Estado de Corea del Norte, el señor Kim Jon-un, quien han venido asesinando, en forma demencial, a una serie de parientes y amigos suyos por el miedo cobarde de verse desplazado del supuesto poder. La megalomanía de este personaje es tan extrema, que los crímenes han sido salvajes, despiadados, inenarrables y estremecedores, contra su tío, su hermano y una amante, a quienes incluso los ha quemado vivos y los ha asediado con una jauría de perros rabiosos asesinos, para sólo enumerar dos de sus métodos favoritos. Aparentemente esos crímenes de lesa humanidad los ha cometido en nombre del Estado y de una ideología “socialista” que, en varios momentos de los siglos diecinueve y veinte, se ha autoproclamado “racionalista”, creadora de “hombres nuevos” o de “masas populares racionales”. Hablo, como el amable lector habrá de suponer, del marxismo-leninismo en la variable “estalinista” de Corea del Norte, y de otras subregiones del precario planeta en que habitamos. Si acaso Karl Marx resucitara, aunque en un comienzo él era partidario de la “violencia como partera de la historia”, se horrorizaría con los discursos y acciones de muchos de sus discípulos y seguidores, que hasta coquetean, hoy en día, y sin ningún rubor, con el neopopulismo y con el nazi-fascismo, perdiendo de vista que los nazis exterminaron, sistemáticamente, a los comunistas y a los verdaderos socialistas de Alemania, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. Incluso persiguieron y encarcelaron a los primeros “socialcristianos” como Konrad Adenauer. Se les olvida a estos supuestos marxistas-leninistas de hoy en día, que Karl Marx y Federico Engels, eran de origen judío, y por consiguiente eran odiados a muerte por individuos como Adolfo Hitler, Joseph Goebbels y el “religioso esotérico” Heinrich Himmler, para sólo mencionar los nombres de tres grandes carniceros. Por supuesto que en algún momento el “comunista” Josif Stalin les hizo el juego, circunstancia fatídica que en fecha posterior el pueblo soviético, el pueblo polaco y los judíos tuvieron que pagar amargamente.

Como historiador y filósofo comprendo la naturaleza de la “realpolitik” (me guste o me disguste) en su devenir regional y mundial; como igualmente comprendo que la carrera armamentística de la “Guerra Fría” relacionada con el poderío atómico, obedecía a una estrategia disuasoria contra los adversarios enconados entre los bloques del “Este” y del “Oeste”. Pero que al final de la tarde, frente a los graves deslices y aprietos como el de los misiles en territorio cubano en 1962, los dirigentes de ambos bandos lograban ponerse de acuerdo y buscaban, de alguna manera, la distensión. De aquellos viejos lodos ha quedado el polvo nuclear de Corea del Norte, en manos de un loco altamente peligroso (el señor Kim Jon-un), que coloca en el borde del abismo a toda la región de Lejano Oriente, incluso a su más cercano aliado China Popular. Siempre he dicho (en varios artículos) que Corea del Norte es como una estaca clavada en el costado de los chinos supuestamente “comunistas”, quienes devienen obligados a controlar a sus “amigos” subalternos.

Pero el problema aludido se agrava no sólo porque un demente aislado ponga en aprietos la paz regional del continente asiático, sino porque existe el peligro real que otro posible “loco” se rebaje al mismo nivel de Kim Jon-un, con probabilidades de una guerra termonuclear, que además de poner en serio peligro el jugoso negocio de los bienes raíces, nos pone en situación de muerte a todos los seres humanos. Me atrevo a decir todo esto, quizás con un margen de inocencia, porque son los intereses de la humanidad los que están en juego. No sólo mis intereses. Ni tampoco los de algún país específico como nuestro admirado Estados Unidos de Norte América. ¡!Cómo nos hacen falta los personajes fuertes y equilibrados del tipo de Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill, Dwight Eisenhower, John F. Kennedy, y de los mismos Josif Stalin, Mao Tse-tung, Zhou Enlai, el Papa Juan Veintitrés, Nikita Kruschev y Josip Broz Tito!!, para sólo manejar una lista imparcialmente. ¿¿Dónde están los buenos asesores internacionales actuales?? Espero equivocarme en estas y otras sugerencias y observaciones.

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