Trump, de bravatas internas, a la guerra?
Trump, de bravatas internas, a la guerra?
Por: Juan Ramón Martínez
En la década de los ochenta, cuando las Fuerzas Armadas de Honduras confirmaron la muerte de Reyes Matta, líder de una guerrilla que había ingresado desde Nicaragua, durante la guerra civil centroamericana (1980-90) con el fin de crear un foco guerrillero en el Patuca, que distrajera a los estadounidenses de su apoyo a la contra revolución que luchaba contra los sandinistas, César Elvir, jefe de Relaciones Públicas de las fuerzas militares, refirió que cuando distribuyó las fotografías del cadáver del guerrillero, una periodista de Los Ángeles Times, le pidió los negativos. “No aceptamos fotografías, –(que podían ser trucadas, con menos facilidad que ahora)– necesitamos los negativos”. Y tras la pregunta, el primer mandamiento del periodismo: no creerle nunca a los gobiernos; ni a los políticos. Ahora, cuando leo los análisis sobre el ataque de Estados Unidos a una base de Siria, recuerdo la anécdota, presionado un poco por las dudas sobre un hecho que parece muy bien preparado, artificial, anunciado, propagandístico, y por ello, con un suave olor, a falso.
Ocurre, extrañamente, coincidiendo con la visita del presidente de China y con la opinión pública de los Estados Unidos, mezquina en su valoración, con el desempeño de Trump. Conocido el bombardeo en tiempo real. Mismo que fue anticipado a Rusia que, como es natural, lo comunicó a Siria. Además, coincidiendo también con la avanzada investigación sobre una alianza entre Trump y Putin, creada para ganarle las elecciones a Clinton y buscar una disminución de las tensiones con Rusia de Putin, a la cual el líder estadounidense, atribuyó virtudes que nunca antes se había atrevido. Para cualquier observador, por muy reducido de talento que tenga, tales coincidencias, por lo menos, hacen pensar que las cosas no son transparentes. Para rematar, Jorge Ramos –el primero que nos pidió, que tomáramos en serio a Donald Trump– dice que, ahora, no se puede, “creerle a un mentiroso”. Trump tiene en su récord, ser el presidente que más mentiras ha dicho en el más corto tiempo. Y finalmente, como tapón de pomo, el Pulitzer recibido por un periódico de Estados Unidos, le fue atribuido por descubrir y publicar “las mentiras” del inquilino de la Casa Blanca.
El Consejo de Seguridad de USA, ahora controlado por los militares, –sin Bannon– tiene una visión más amplia y global que el presidente Trump y su equipo de la Casa Blanca, carecen totalmente. H. Raymond McMaster, su jefe tiene una visión de conjunto y sabe cuáles son las obligaciones militares de un estado que, quiere preservar su hegemonía de gran potencia mundial. Sabe que la amistad con Rusia es material envenenado; que una confrontación militar con China es inconveniente; y que el manejo de la belicosidad de Corea del Norte –cuyo líder es tan provocador como Trump–, se mueve desde la amenaza verbal y a la distención obligada. McMaster tiene una enorme experiencia y ha estudiado los errores del mando estadounidense en la conducción de la guerra de Vietnam, por lo que hay que esperar que no descuidará la alianza con la OTAN; que no puede librar varios conflictos a la vez, y que más bien, debe procurar alianzas para rebajar tensiones y crear opinión pública internacional. Una confrontación con Rusia o con China, no es factible. Da un poco de popularidad a Trump; pero abren un abanico de dudas que hace que algunos se pregunten si, van de nuevo a una guerra mundial, que los estadounidenses, temen y resisten siempre, hasta el último momento.
No he leído el libro de McMaster, (Dereliction of duty) por lo que no puedo anticipar cursos de acción suyos dirigidos desde el Consejo de Seguridad. Si anticipo algunas cosas: la política exterior estará más en el Consejo de Seguridad que en el Departamento de Estado; Trump modera sus expresiones viscerales contra China; Rusia, retada en los restos de su honor de potencia venida a menos; será apaciguada, con el tema de la lucha en contra del estado islámico, y los ataques a Siria, no se repetirán como anticipan. Trump no podrá derribar a Bashar Al-Asad, porque ello significaría un fracaso para Rusia — con el segundo poderío nuclear sobre la tierra– que, no está dispuesta a aceptar. Y creará otro Irak, más complicado. Todo es, teatro para las galerías.
Comentarios
Publicar un comentario