En Honduras, el que la hace… no la paga

En Honduras, el que la hace… no la paga

Por: Boris Zelaya Rubí
En nuestro país todos condenan los actos de corrupción menos los juzgados competentes.

Han dañado honras de gente inocente, mientras los culpables permanecen sin castigo y enrostrándonos a diario su bonanza económica, con una sonrisa cínica sin mostrar ninguna vergüenza, como si sus acciones delincuenciales fueran actividades normales entre los funcionarios del Estado. Hay muchos ciudadanos estafados (algunos hasta fallecieron) y los responsables siguen muy campantes.

Nuestras leyes manejadas por el Poder Judicial, han resultado ser juguetes de la influencia política o de los poderosos señores dueños del capital, por supuesto la mayoría mal habidos. ¿Quién se atreverá a pedir la apertura de casos juzgados y con sobreseimiento definitivo? ¿La MACCIH? Los malos ejemplos para las generaciones futuras están dados, las esperanzas de un país mejor para nuestros hijos y nietos, se disipan como un sueño sin posibilidad de convertirse en una realidad. La falta de condenas a los ladrones seguirá siendo el ejemplo y la regla general para hacer dinero, el burócrata repetirá como alumno que aprendió la tarea: roba el jefe y yo ¿por qué no?

Todos pasamos quejándonos de la falta de seguridad por la extorsión y crímenes de las maras ¿cuánto dinero habría disponible en el Estado, creando programas que disminuyan la desintegración de los hogares, la deserción escolar y la falta de empleo bien remunerado? Por supuesto, si por generaciones de políticos se hubieran evitado los saqueos. Ni siquiera en los centros penales están los delincuentes purgando penas ¡viven mejor que los que devengan el salario mínimo en libertad! Dirigen sus operaciones desde el interior de las cárceles ¿y los directores qué hacen? ¿Sería mejor privatizar las penitenciarías? Porque al paso que vamos se convertirán en ciudades modelo, hasta con universidades del crimen y estarán más seguros los de adentro que los de afuera.

Una de las medidas para detectar si los jueces o magistrados actuaron conforme ley, sería publicar los casos para que el pueblo no tenga duda de los fundamentos y las pruebas que permitieron la libertad a los delincuentes. Debe existir la protección a los que aplican la ley, por si se ven amenazados ellos o sus familiares, o buscar la manera de sentenciar con jueces sin rostro y la forma que gocen de verdadera protección para los testigos y no corran el riesgo de que un soplón de cualquier oficina estatal, filtre la información y eliminen a todos los suyos. Hemos consultado a varios amigos que ejercen la abogacía, para exponer alguna opinión al público y nos han contestado que lo mejor es no remover ciertos casos. ¿Tanto dinero habrá bajo la mesa?

Los que vivimos del recuerdo de la paz y tranquilidad de nuestra niñez y adolescencia, deseamos que igual disfruten nuestros descendientes, pero tendremos que pedirle a Dios que nos haga el milagro de que el país siga cambiando, confiando que los malvivientes pagarán sus malas acciones en el más allá, apegados al refrán popular que dice: ¡el que la hace la paga! Menos en Honduras, donde los casos antes de ser sobreseídos se mantienen por años, en secretividad hasta que las cucarachas se comen los expedientes.

En la recién pasada Semana Santa, los sacerdotes y pastores pregonaron por todos los rincones del país ¡amaos los unos a los otros! Mientras los que han perdido sus seres queridos por la imperante violencia, maldicen y se preparan para entrar en guerra contra los malvivientes.

Hablando de delincuentes de diferentes tipos ¿quién estará con “alegría” soliviantando los ánimos de los movimientos campesinos del Bajo Aguán, MUCA Y MARCA? ¿Alguien estará justificando el dinero que le envían las ONG´S de la izquierda internacional? ¿Incitadores a la rebelión? ¡Al Pozo!

De rodillas solo para orar a Dios.

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