Laberinto burocrático
Laberinto burocrático
Por: Denia León
Hace mucho tiempo he evitado incursionar por las oficinas centrales del Estado con el fin de soslayar ese laberinto burocrático en que operan pero por circunstancias ajenas a mi voluntad, tuve que realizar un trámite en el Ministerio de Relaciones Exteriores precisamente donde se emiten postillas, auténticas y traducciones de documentos que se requieren enviar al exterior en este caso, para optar a estudios de especialización.
Resulta que esos y otros trámites se realizan en la actualidad, donde funcionaban las antiguas oficinas del Banco Central de Honduras que se encuentra entre la antigua Casa Presidencial y el Palacio Legislativo en el centro de la ciudad capital.
Realmente me llenó de tristeza observar cómo un edificio emblemático, comienza a sufrir los estragos que provoca el tiempo y el abandono. Por un momento rememoré el antiguo edificio, majestuoso, ordenado, seguro y confortable cuyo recuerdo contrasta con el del presente que luce abandonado, abarrotado de personas que confusamente realizan sus trámites entre la impaciencia que provocan las largas filas y las esperas interminables en un pasillo sin ningún tipo de confort.
Al ingresar a la primera planta, en medio de tal confusión pude observar que no era lo mismo ir a hacer un trámite a la derecha que a la izquierda aunque tuvieran una estrecha relación entre sí. A la derecha, se tramitan las postillas de documentos y auténticas que es el primer paso y cuyo proceso dura tres días laborables. En la izquierda, que sería el segundo paso, aunque se denomine Traducciones no hacen traducciones de tales documentos pues aquí, simplemente se validan las que el usuario realiza por su cuenta fuera de tales oficinas por lo que no es de extrañar que proliferen los tramitadores incluyendo por supuesto, los que son poco escrupulosos y estafan preferentemente a los que vienen del interior del país.
En esta segunda etapa del proceso, las filas son menos largas pero el trámite es más confuso. El laberinto burocrático comienza desde que se retiran los documentos del ala derecha y se tratan de incorporar al ala izquierda con su enredado horario de trabajo que es interrumpido abruptamente al medio día, cuando se cierra la única ventanilla de recepción de documentos para que los empleados tomen sus alimentos sin que nadie que lo sustituya aduciendo escasez de personal.
El calvario de los usuarios de estos servicios, no se limita al horario de trabajo, antes de ingresar los documentos debe esperar en ventanilla un rápido “avalúo” sobre el valor a pagar, después se recogen los formularios de pago y por último, hay que correr a un banco comercial a pagar el valor estipulado por lo que es usual que al regreso, se encuentren con un cambio de horario que postergará hasta el día siguiente dicho trámite.
Cuando finalmente el usuario logra pagar, traducir sus documentos y entregarlos en el horario estipulado, le son ligeramente revisados y si no hay errores visibles, pasan a “análisis” el cual como puede durar tres días podría prolongarse hasta un mes al cabo del cual le pueden ser devueltos para que realice las correcciones de los errores encontrados en la traducción comenzando de esta forma, un ciclo interminable de correcciones, entregas y devoluciones hasta que el interesado, cansado de tantas vueltas, opta por permanecer en las oficinas de Traducciones hasta que se los revisen nuevamente y por cansancio se los entreguen o desiste de hacer el trámite por su propia cuenta y contrata a algunos de los múltiples tramitadores que abundan en esas oficinas quienes sí conocen cómo “funciona el sistema” y garantizan una entrega de tres días.
Los usuarios de estos servicios mientras tanto, han perdido un valioso tiempo y recursos y la Unidad de Traducciones, la posibilidad de agenciarse recursos económicos adicionales todo, por no prestar un servicio que anuncian lo cual de hacerlo, les permitiría aumentar su capacidad de gestión al incorporar personal adicional a su oficina y el gobierno, deja pasar la oportunidad de generar empleo a jóvenes que hablen inglés o sean políglotas.
Esto me recuerda que cuando visité Taiwán en el 2005 los empresarios de ese país, lo primero que preguntaban era, si en nuestro país existía una ventanilla única para realizar todo tipo de trámites?
En realidad, desconocíamos en qué consistía esa “ventanilla única”, acaso sería crear un mega ministerio donde se realizaran todo tipo de trámites? No. Se trataba simplemente de crear una oficina de trámites que incluyera representantes de diversas instituciones que validaran la documentación de empresarios interesados en invertir o estudiantes que quisieran profesionalizarse en el exterior.
Este laberinto burocrático en que vivimos no es exclusivo de la Cancillería de la República es del gobierno en general, que continúa llevándonos por un intrincado camino en el que perdemos valioso tiempo y recursos sin que se logre encontrar la salida que simplifique la burocracia y nos aleje de la corrupción.
Comentarios
Publicar un comentario