¿Somos confiables los hondureños?

¿Somos confiables los hondureños?

Por: Juan Ramón Martínez
Lo hemos dicho en otras oportunidades. Hay pocos estudios sobre el ser de los hondureños. La visión que tenemos de nosotros mismos, es por una parte falsa, y por la otra, deliberada y artificialmente construida para el engaño del otro, que permita disimular la dependencia. Naturalmente engañándonos. El descuido de la cultura como expresión de la personalidad; el poco cuidado del habla; el hacerlo sin ver de frente; la reducción de la identidad al comportamiento de los gobiernos y sus relaciones con los Estados Unidos; el crecimiento de la dependencia y la construcción de una escala de valores centrada en el oportunismo, que busca que hagamos el menor esfuerzo a favor de nosotros mismos, proyecta una imagen del hondureño y de Honduras hacia el exterior, poco confiable.

La destrucción del modelo escolar que trajo la reforma liberal, el abandono del Grito de Córdova y la falta de capacidad para democratizar al aula, han hecho creer al hondureño, que no vale nada, absolutamente. Y que, por ello, en consecuencia, cualquiera cosa que intente, estará condenada al fracaso. Por lo que el camino es el del oportunismo, la manipulación de las instituciones y el pacto con el diablo –cualquiera que sea la manifestación que este muestre para comunicarse con la colectividad nacional– haya hecho pensar que, la ruta para lograr algo, es engañando a los demás. Durante años, creí que éramos, –los norteños menos– fruto de un complejo de inferioridad, afectado en gran parte por la dominación de los encomenderos españoles y sus sucesores, muchos de los cuales han gobernado al país desde siempre, por intermedio de sus descendientes. Elisa Martínez Pavetti, exministro de Educación, me explicó que detrás de la humildad, la aparente sumisión y la disposición para arrodillarse ante los extranjeros, se esconde una arrogancia en la que los nacionales, se burlan de quienes creen que los dominan. Y celebran todo lo que les sacan de los bolsillos, a los particulares, a las ONG´s y a los gobiernos. Desafortunadamente, creen que siguen viviendo en la Colonia. En ese tiempo, con los frailes y doctrineros, interesados en su cristianización –que los hechos han demostrado, fue falsa como expresión evangelizadora– les creyeron el cuento de la humildad del indígena, agazapado en casi todo el comportamiento colectivo. El tiempo que nos ha tocado vivir, en donde los gobiernos se han tornado interlocutores de los extranjeros, los compatriotas –incluidos muchos gobernantes e intelectuales– han creído en su inconsciente sentido de superioridad, que podemos engañar a los no nacionales.

Hace unos días, le preguntaba a un grupo de amigos, con los cuales hacemos análisis geopolíticos y geo estratégicos, si creían ellos que Honduras y los hondureños, eran confiables. Comparamos la ayuda militar que Estados Unidos le presta a Guatemala, la permisividad hacia El Salvador y la estudiada indiferencia hacia Nicaragua, que sabemos coquetea con los rusos; con la cooperación que recibimos, por estos mismos conceptos, los hondureños. Mientras El Salvador efectuó cinco misiones en Irak, nosotros no completamos dos. Y nos venimos huyendo, acobardados sin haber perdido un hombre siquiera. La modernización de los F-5, fue intentada por lo menos tres veces, en varios países, en secreto, creyendo que los Estados Unidos, que tienen derechos sobre la tecnología de esos aparatos, era una sociedad de ingenuos potentados, que no se enterarían. Ahora que el actual gobierno de JOH, hace esfuerzos para reconquistar la confianza de los Estados Unidos, fortalecer el liderazgo de los hondureños en la región, se empieza a tomar cierta conciencia que, la clave de la paz y estabilidad en Centroamérica, pasa por Tegucigalpa. La posición geo estratégica de Honduras en la región, hace que nada se pueda hacer sin contar con nosotros. JOH lo ha entendido muy bien, más que por graciano, por talentoso. Y por la asesoría de Hernández Alcerro. Por ello, su cercanía con los Estados Unidos, en este momento y en el pasado, no tiene finalidades personales ni siquiera partidarias, sino que busca replantear el papel de los hondureños y de Honduras, para que nuestro país, mediante una geopolítica que vaya más allá de ir a los mundiales de fútbol, le permita ganarse la confianza de la potencia del norte. Que es “donde está la madre del cordero”, como decía Paulino Valladares.

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