ABUNDANCIA HONDUREÑA
ABUNDANCIA HONDUREÑA
PARECIERA un título paradójico, dado que a simple vista en Honduras abundan los pobres y marginados, tanto en la ciudad, en los suburbios como el campo. El simple hecho que a pesar de las sequías recurrentes de estos últimos años, al final terminen cayendo unos aguaceros estremecedores, significa que todavía nuestro pequeño país cuenta con unas potencialidades hídricas que no han sido suficientemente evaluadas. Y que por tanto podrían ser aprovechadas mediante un proyecto estratégico de almacenamiento de aguas dulces de mediano y largo plazos, tanto para el abastecimiento de los pobladores en sus barrios, aldeas y colonias, como para los sistemas de riego por goteo, que tanto necesitan los pequeños y medianos labradores, que por mayoría son aquellos que abastecen la canasta básica de los consumidores pobres y de clase media-baja.
Otros países, especialmente los desérticos y semidesérticos, exhiben el gigantesco problema de desabastecimiento casi total de agua dulce, porque casi nunca llueve; o quizás por motivos de contaminación ambiental provocada por los países altamente industrializados. Desde hace varios años las nubes y monzones sobre los mares del sur, han perdido su capacidad de acumulación de vapor para las aguas-lluvias, como en los casos de Somalia y Etiopía, en el Cuerno de África, para sólo consignar dos ejemplos dolorosos. Inclusive en algunos países del Cercano Oriente, con las excepciones del caso, las lluvias suelen escasear, pero su gente ha sabido sacar provecho de sus desventajas poniendo en marcha proyectos agrícolas diversificados de alta rentabilidad, ya sea con industrias de gran escala o mediante hortalizas que coadyuvan al sustento familiar, evitando de esta manera las gravosas importaciones de legumbres y de granos básicos, que tanto perjudican la seguridad alimentaria y la balanza comercial, como pareciera ser, en algunos momentos, el caso de Honduras, que ha tenido que verse en el penoso expediente de a veces importar frijoles de Etiopía, un país hambriento que sin embargo produce algo para exportar.
Se ha dicho hasta el cansancio que Honduras en algún momento fue el granero de Centroamérica. Era evidente que en los departamentos de Olancho, El Paraíso y Choluteca se producía arroz, maíz, sandía y algodón, en cantidades industriales, para venderle al por mayor a Nicaragua y, sobre todo, a los comerciantes y coyotes de El Salvador. Por otra parte es casi indiscutible, según estudios histórico-económicos, que durante la segunda mitad del siglo diecinueve el departamento de Olancho, en el oriente de Honduras (que incluía al departamento de El Paraíso), contaba con el principal hato ganadero de América Central y del Caribe, localizado principalmente en el municipio de Manto y sus alrededores, por causa positiva de la laboriosidad de algunas familias catalanas que se habían asentado en aquellas ariscas subregiones. Entonces Honduras contaba con una ganadería poderosa para exportar ganado vacuno en pie, o mediante el procedimiento de la carne salada de alta calidad, que a veces llegaba hasta el Barrio Latino de París.
Entre aquellas familias laboriosas, tanto hondureñas como extranjeras, surgieron algunos de los mejores escritores de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, que poco después se trasladaron e instalaron en Comayagua y Tegucigalpa, simultáneamente, para gloria de la historia de las ideas catrachas. En esta línea de información se puede perfectamente reafirmar que Honduras es un país potencialmente muy rico, que se encuentra como atorado en un submundo de pobrezas por muchas causas que se han venido arrastrando a lo largo de la historia. Pero que hoy, a tono con las nuevas circunstancias, pueden ser superadas si se hace lo necesario para salir del agujero y alcanzar una justa y productiva explotación de las tierras fértiles y otros bienes de capital.
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