Nuestro Bucaram ¿en proceso?



Nuestro Bucaram ¿en proceso?

Por: Boris Zelaya Rubí
Reza el refrán popular que de músicos, poetas y locos ¡todos tenemos un poco! No encontramos en la Constitución de la República de Honduras, entre los requisitos fundamentales que debe tener el ciudadano para estar legalmente apto para dirigir los destinos del país, ser mentalmente sano y libre de la adicción a sustancias tóxicas.

A medida que se desarrollan las campañas electorales y a través de las comparecencias públicas en cualquier medio informativo, los candidatos se dan a conocer tanto intelectualmente como moralmente, por sus planteamientos para solucionar los problemas que aquejan a la población.

El peligro al equivocarnos es de fatales consecuencias, si un presidente no tiene sus facultades mentales dentro de los parámetros normales para desempeñar sus funciones conforme lo señalan las leyes, corremos el peligro de que realice acciones descabelladas que nos pueden arrastrar a catástrofes de resultados insospechados.

El pueblo ha vivido en carne propia, desaguisados o chispazos de locura de algunos que fueron mandatarios, qué también podríamos llamarlos caprichos motivados por la creencia de que pueden hacer y deshacer como los amos absolutos de Honduras, con grupúsculos a su alrededor que les aplauden cualquier estupidez, para quedar bien y seguir ellos bajo su sombra, acumulando bienes para su vejez.

Unos en un laberinto de inseguridad fomentado por los enemigos del sistema democrático en todo el país, decidieron imponer la paz por varios años. Hubo quienes bajo el pretexto de salvaguardar la democracia se quedaron con la venia del Tío Sam (gobiernos de seguridad). Otros simplemente por la enfermedad y ambición de estar en el poder, quisieron alargar sus períodos comprando diputados en el Congreso, pero fueron atajados inmediatamente.

Otro usando métodos y asesoramiento de los socialistas del siglo XXI, quisieron llenar urnas y dar a entender que el pueblo reclamaba su presencia eterna como gobernante, a tal grado que tenía lista su estatua, la que sacudían a diario sus ministros, además de alimentarle un caballo que al paso que llevaba no tardaría en nombrarlo cónsul como hizo el emperador romano “Calígula” con su veloz corcel Incitato.

En fin, hemos visto tantas acciones demenciales, como la de ordenarle a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, cambiar procedimientos para satisfacer el capricho de una dama y convertirla en abogada, porque un mandatario decía: ¡Los deseos de mi amada se cumplen! Esos exabruptos generaban lástima y desprecio a la vista de la gente, y los gremios profesionales mantenían un silencio cómplice y cobarde.

Ante esas acciones y otras de algunos vecinos de Latinoamérica, se suman otros como el caso del expresidente de Ecuador el señor Abdalá Bucaram, suspendido de sus funciones por no estar sano mentalmente. ¿Debería nombrarse una terna responsable apolítica para analizar que no tengan síntomas de locura nuestros futuros candidatos, antes de que nos llevemos una desagradable sorpresa y tener que sustituirlo después de haberse gastado tanto dinero, y además quedar en ridículo cuando de repente aparezca un presidente electo loco, arrogante, iracundo y grosero ¡Por favor! Aquellos que le siguen la corriente a cualquier señoritingo, tirando pétalos de rosas por donde camina, gritando a los cuatro vientos: ¡Salve, salva! solo por mantener una diputación conseguida por el dedo del mesías, analicen su voto ¡no le hagan más daño al país que es digno de un futuro feliz.

Es mejor lo bueno conocido que lo malo por conocer, la incapacidad mental hace que cualquiera en sus desvaríos y afán de poder, insulte y predique acciones que con sus ademanes desmiente. Las alianzas con “bombo” “tanguitas” y “dictadorzuelos” ni metiéndolos juntos en la “licuadora de Toyita” puede resultar alguno vendible.

La historia de un país a otro puede tener sus variantes pero la esencia de los tropiezos son iguales, ya sea por errores tácticos, la emotividad de su gente, sus esperanzas o simplemente, una burla general a la política que ha sido siempre inoperante y sin soluciones para los más necesitados. ¿Será el extremo de la venganza hacia la clase política, votar por cualquier trastornado?

De rodillas solo para orar a Dios.

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