Agenda política

Agenda política

Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

El Presidente la fija. Así fue desde el primer momento de su mandato. Ningún partido ni dirigente político es capaz de aventajarlo en esto. Es, ciertamente, un experto en el tema.

Mientras, con gran despliegue de medios de comunicación, acompaña a la policía en la mudanza de los capos mareros más peligrosos a los centros de reclusión llamados “Pozos”, propone la reducción de la edad punible como tema del día. En esto están todos los medios, las entidades estatales, los analistas y los políticos.

Lo de “El Pozo” se aplaude. En San Pedro Sula se redujo sustancialmente la actividad delictiva. Pero resulta sospechoso que los responsables de que estos criminales vivieran como reyes e hicieran de las suyas, dentro y fuera de los penales en los que estaban recluidos, no sean objeto, ni siquiera, de una sanción administrativa. También resulta sospechoso que el juez de ejecución, quien, según la ley, “velará por la correcta aplicación de las normas que regulan el régimen penitenciario”, nada haya hecho para evitar esta situación y que tampoco haya sido objeto de ninguna llamada de atención del presidente de la Corte, ahora convertido en el poder absoluto dentro de este poder del Estado, por la delegación que le confiara la Corte Suprema de Justicia, al hacerse cargo de las funciones que correspondían al desaparecido Consejo de la Judicatura.

Más sospechoso aún, es el caso del MP, llamado a perseguir el delito. La responsabilidad de esos funcionarios es evidente. Corresponde al MP determinar si, además de la administrativa y, eventualmente, la civil, también incurrieron en responsabilidad penal. Todo indica, sin embargo, que el MP investiga solamente las últimas fugas, por cierto, más sospechosas aún. ¿Por qué no investiga también a los responsables de que los mareros vivieran, dentro del penal, con todas las comodidades de un hotel de lujo?

La edad punible es el tema de la agenda de hoy, más importante que las alianzas políticas y las fugas de esos centros penales. La Corte Suprema se reunió para estudiarlo y el Congreso comenzó a analizarlo, con acompañamiento internacional incluido. Una simple mención en un discurso presidencial, fue suficiente para que toda la maquinaria estatal se movilizara. Los medios también le dieron prioridad al tema. Los programas de TV siguen diseccionándolo con analistas prestos a hablar, aún aquellos que lo desconocen. Es evidente que el Presidente lo introdujo a la agenda política para mantener vigente su figura en el proceso electoral, porque sabe (es abogado y tiene la obligación de saberlo) que una decisión de este tipo es compleja por la enredadera de normas, instrumentos internacionales y hasta pronunciamientos de la Corte Interamericana, que habrá de desbrozar para tomar decisiones y también por el tiempo que esto llevaría, porque implica una reforma constitucional y denuncias de instrumentos internacionales, cuyos plazos comprenderían, seguramente, todo el segundo período presidencial al que aspira. Esto, sin considerar las consecuencias de esa decisión en el sistema interamericano y en el internacional.

Es una propuesta demagógica. Porque los menores de 18 son imputables dentro de un régimen especial, que implica hasta la privación de libertad, en condiciones diferentes a las del adulto. Lo que debe atenderse son las condiciones sociales del niño y este régimen especial, no la edad. ¿Por qué no abordar el tema de la rehabilitación del menor? Porque de conocer el elector la situación de estos centros de internamiento de menores, sería consciente de que el gobierno es el responsable de la precaria situación de los mismos y de la imposibilidad de la rehabilitación, lo que no conviene al Presidente, por supuesto.

Todo esto sucede en medio del proceso electoral, cuyo desarrollo presenta incidencias en las que el señor Presidente algo tiene que ver, sin duda.

Arrebatarle al líder supremo del PAC, su partido, es una maquiavélica maniobra perpetrada por los sicarios políticos del régimen, sin tener competencia para ello, con el fin de destruir la alianza opositora, porque convenía al Presidente. Ahora, el líder supremo del PAC, sin partido, llega a Libre a incorporar sus seguidores en las planillas de este, desplazando a los que resultaron electos. Esto traerá consecuencias favorables al proyecto continuista del Presidente, desde luego.

En este escenario, la figura del Presidente se proyecta, unas veces provocando aplausos y en otras temor, siempre en la primera línea del plano electoral. Está en plena campaña el señor Presidente, mientras los demás lo tienen prohibido.

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