EN LAS LATAS

EN LAS LATAS

SEGÚN fuente oficial un total de 18,082 hondureños indocumentados, de ellos 1,782 menores, han regresado a su país deportados por las autoridades de Estados Unidos y México. De esos, 8,311 proceden de los Estados Unidos y el resto simplemente no pudo cruzar la frontera y los regresaron a medio camino. La mayoría de ellos regresa en las latas. Sobre todo los que no llegaron a su destino final y los pocos ahorros que llevaban para financiar la tortuosa travesía la gastaron en el pago a los coyotes. De milagro, muchos de ellos se salvaron de perder la vida. Regresan a su lugar de origen, de donde quizás salieron huyendo de la violencia en sus comunidades, o desahuciados por la precaria situación de vida y la imposibilidad de conseguir trabajo, con menos de lo que llevaban. Como puede observar el amable lector, más de la mitad de los deportados vienen de México.

Cuantas historias escalofriantes cuentan muchos de estos compatriotas migrantes del trato inmisericorde que reciben durante su amarga permanencia. Por ello decíamos en artículo anterior, que nuestro embajador allá –más conocido por el “open for business” (a saber qué rendimiento tuvo tanto recurso gastado en esa aventura) y por su entusiasmo persiguiendo coyotes como “ministro de los frijoles”– podría dedicarse a gestionar con el gobierno mexicano un trato más humano y mayor seguridad para estas personas. Quedarse estacionados allá representa no solo grandes gastos de dinero que no tenían sino que regresan con las manos vacías después de una tortuosa permanencia. Los procedentes de los Estados Unidos que consiguieron empleo, algo contribuyeron al patrimonio nacional con las remesas enviadas a sus familiares. El año pasado estos ingresos sumaron más de 3,958 millones de dólares que al cambio oficial de la moneda al día de hoy equivalen a 93,567 millones de lempiras. Esto representa la considerable suma del 17% del PIB. Calculando el flujo de estos deportados no hay signos que vaya a disminuir. Obviamente que su reincorporación acentúa la alta presión que ya existe en el mercado laboral, en la medida que compitan por trabajo con el grueso batallón de desocupados. La migración ha sido una válvula de escape al país. Supliendo la falta de oportunidades. El otro problema es que el gobierno norteamericano ha priorizado las deportaciones enfocadas a los indocumentados con antecedentes penales. Inquietos sobre el manejo que las autoridades locales dan al reingreso de estas personas con antecedentes delictivos, fuimos informados que aplican un protocolo.

La autoridad hondureña cuenta, por anticipado, “con el listado completo de los migrantes retornados a las oficinas de Interpol Honduras para que esta, a su vez, verifique si existen antecedentes penales de las personas que vendrán en el vuelo”. “Los pasajeros son trasladados vía terrestre por el CAM-R”. “Si el retornado tiene orden de captura, desde antes que baje del avión ya ha sido identificado, entonces el procedimiento exige ingresar a esa persona a la oficina de Interpol que está abierta en el CAM-R, donde es registrado e informado sobre su detención, antes de ser entregado en custodia para su presentación en los tribunales de justicia”. Después de la lectura de toda esa valiosa información lo que sigue intrigando es, ¿qué destino tiene el deportado que no tiene orden de captura nacional –porque no ha cometido un delito en el país– pero los papeles indican haber delinquido en el otro país que lo regresa?

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