Predicciones y profecías
Predicciones y profecías
Por Boris Zelaya Rubí
“Mientras haya bobos, habrá engañabobos”.
Hace unos años, varios políticos desfilaban al cuarto de trabajo de la famosa y ya desaparecida Marina Guifarro, a quien por sus poderes de adivina le decían “La Santera”. El futuro y la ambición de los políticos hicieron que acumulara una fortuna.
Estamos de suerte los hondureños, aparte del circo que han montado algunos que aspiran a la Presidencia de la República con brinquitos, poses artísticas e insultos al sexo femenino, nos aparece un pastor profeta anunciando que Dios le dijo que en las próximas elecciones generales, el ganador será el candidato liberal Luis Zelaya, convirtiéndose en el nuevo mandatario de Honduras. ¿Habrá funcionado algún buen diezmo?
Ese iluminado con sus predicciones o profecías, viene amparado por un chiripazo que le salió al anunciar que ganaría el señor Donald Trump la Presidencia de Estados Unidos de Norteamérica. Todo está resuelto, ya no deben hacer llamados a los liberales que se fueron con el líder olanchano, Mel Zelaya, y tampoco deben gastar ni un centavo en propaganda ni movilizaciones, ni siquiera deben pegar afiches (que es la experiencia de don Luis). Dios no se equivoca pero… esta vez el portavoz del Señor, mejor que nos diga cuál será el número que caerá en la lotería nacional o cuáles serán los favorecidos en la diaria por todo el año.
Lástima que lo más destacado de los grandes videntes de la historia eran predicciones sobre catástrofes que se convirtieron en profecías sorprendentes y aterradoras, algunos fueron acusados de practicar ciencias oscuras, en aquel tiempo los perseguían. Siempre ha existido la duda y sus aciertos se atribuyen a simples coincidencias o casualidades.
Otro famoso, el Conde de Saint Germain del siglo XVIII, apareció en la corte del rey Luis XV. Entre sus facultades se contaba la capacidad de convertir el plomo en oro. En Honduras existen miles que los han superado, de la nada han hecho fortunas apareciendo de la noche a la mañana transformados en hombres poderosos e influyentes, aunque sus fórmulas a diferencia de los grandes profetas no sean un secreto, porque las han heredado de generación en generación, dejando al pueblo la enseñanza de que es mejor participar en política, obtener algún cargo y vivir sin asolearse, solamente “sirviéndole a los ciudadanos”.
El “tal pastor profeta” ha demostrado que además de vivir de los diezmos, ¡Dios le habla! Ojalá que la plática que tuvo con el Señor no sea una predicción de catástrofe, porque ahora le ha resultado al señor Zelaya, que por pedir perdón a sus correligionarios “golpistas”, le ha caído una avalancha de críticas y le están revisando hasta el último documento que ha firmado en su trayectoria como rector. Aparte de creerse el enviado de Dios, salvador del Partido Liberal y de Honduras, ahora probará el ácido de la crítica malintencionada, y si continúa contestando con bravatas, lo usarán de “punching bags” (costal que golpean los boxeadores en sus prácticas). Le recomendamos tomar ejemplo del candidato nacionalista, don Juan Orlando Hernández, quien ha manifestado que no contestará ningún insulto y se dedicará como lo ha hecho hasta ahora, a trabajar por el pueblo.
Señor don Luis Zelaya, consulte con sus asesores, no tenga pena, si trata de improvisar sin experiencia, tendrá muchos embrollos, y aun siendo nuestro adversario queremos ganarle las elecciones con los millones de nacionalistas, para que nuestro triunfo sea un avance más en nuestra democracia, queremos un ponderado y buen contendor. Que el gran Arquitecto del Universo lo ilumine y sus asesores no lo dejen caer en el error de insultar como el “señor de la televisión”, demuestre lo que aprendió con todas sus maestrías y no haga que sus correligionarios se arrepientan de no tener a la licenciada Gabriela Núñez como candidata, por cierto que ella cuenta con mucha experiencia y muchos seguidores.
Por mientras vamos a seguir instruyendo a nuestros correligionarios para llegar al triunfo con elecciones limpias.
De rodillas solo para orar a Dios.
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