EL CLIMA DE SOSPECHAS
EL CLIMA DE SOSPECHAS
VARIAS veces hemos lamentado esa atmósfera de dudas que resta ímpetu a cualquier esfuerzo por sacar adelante al país. No hay figura conocida o institución pública que merezca mediana confianza de la ciudadanía, porque aquí todo es objeto de sospecha. El virus ese se esparció, contaminando todo lo que durante mucho tiempo se había venido construyendo en democracia, cuando la crisis política aquella propiciada por insensatos dedicados a alimentar odio a la sociedad. Eso le hizo tanto daño al país que si ya antes la credibilidad de las instituciones a menudo se ponía en tela de juicio, a partir de esa desgracia política, la poca confianza que había se perdió del todo. Está costando recuperar lo que ese torbellino destructivo propició. Ahora, si bien es cierto que ese mal se percibe más acentuado en el patio doméstico, no somos solo nosotros las víctimas del fenómeno.
El abrupto despido del director del FBI ha generado en Washington un clima de total incertidumbre y de duda en sus instituciones. Esta es la nota que envió Trump al funcionario –quien por la prensa se enteró de su despido– dándole las gracias por los servicios prestados: “Estimado director Comey: Recibí las cartas adjuntas del fiscal general y el fiscal adjunto de Estados Unidos, recomendando su despido como director del Buró Federal de Investigaciones (FBI)”. “Acepté su recomendación y por lo tanto usted queda despedido y apartado del cargo, con efecto inmediato”. “Mientras que aprecio ampliamente que usted me informara en tres distintas ocasiones que no estoy bajo investigación, de todas maneras, coincido con la apreciación del Departamento de Justicia que usted no está en condiciones de liderar eficazmente el Buró”. “Es esencial que encontremos un nuevo liderazgo para el FBI que restaure la confianza pública y la confianza en su vital misión de cumplimiento de la ley”. La sorpresiva remoción fue duramente cuestionada por varios comentaristas de las influyentes cadenas informativas y por la oposición demócrata, sugiriendo que la Casa Blanca “echó mano del manual de Nixon durante el escándalo de Watergate”, ya que el despido “busca frenar las investigaciones sobre posibles nexos entre Rusia y el equipo de campaña del actual mandatario”. Voceros gubernamentales defendieron la destitución aduciendo “el mal manejo de Comey en una investigación del FBI sobre el uso de un servidor de correos electrónicos privado de la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, durante su etapa como secretaria de Estado”.
Sin embargo –cuestionan los incrédulos– en ese preciso momento de la campaña Trump más bien elogió al director del FBI por divulgar que la candidata demócrata era objeto de investigación del FBI. (Incluso la señora ahora arguye que esas declaraciones contribuyeron sobremanera a que perdiera las elecciones). Trump defendió por Twitter la decisión: “Comey perdió la confianza de casi todo el mundo en Washington, republicanos y demócratas por igual. Cuando las cosas se calmen, me agradecerán”. El líder de la minoría en el Senado ha solicitado el nombramiento de un fiscal especial independiente. Según el senador “el director del FBI estaba investigando las conexiones entre Moscú y la campaña de Trump durante las pasadas elecciones para influenciar en el resultado electoral”. Lo anterior, para que el amable lector haga sus propias deducciones sobre la efervescencia de ese clima de sospechas en Washington.
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