La decadencia de partidos y políticos debilita al Estado

La decadencia de partidos y políticos debilita al Estado

Por PG. Nieto
Asesor y profesor CISI

El diccionario expone una definición de decadencia: “Pérdida progresiva de la fuerza, intensidad, importancia o perfección de una cosa o una persona”. El ser humano tiene tres edades: cronológica, biológica y mental. Nadie puede evitar cumplir años pero es patente que dos cuerpos con la misma edad cronológica no tienen la misma edad biológica. Depende de la genética, de la alimentación y del ejercicio físico, así de simple. De las tres edades la más importante es la mental. El cerebro hay que ejercitarlo como a cualquier otro músculo del cuerpo, se llama APTITUD. También hay que alimentarlo espiritualmente con la presencia de Dios, es la ACTITUD positiva. Mantener la mente joven es el secreto de una vida plena.

Necesito recordar uno de los postulados que estableció el pedagogo Laurence J. Peter, cuando argumentaba sobre las estructuras de las jerarquías sociales, y que terminó por conocerse como el “Principio de Peter”: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta llegar a su nivel de incompetencia”.

Está lejos de mis convicciones democráticas cuestionar a partidos ni a sus líderes políticos, en particular. Creo firmemente en el desarrollo de una sociedad a través de dichas estructuras democráticas y sus dirigentes. Solo voy a utilizar los dos párrafos anteriores como material informativo para establecer un escenario de inteligencia, el más probable.

Siendo el partido político una estructura jerárquica de interés público, cuyo objetivo debería ser alcanzar el poder para servir al pueblo, gestionando los recursos del país, el llamado “Principio de Peter” deja al descubierto sus debilidades y decadencia progresiva. Mientras en la naturaleza por selección natural sobreviven los más preparados, en el partido político por selección “natural-mente impuesta” destacan los más torpes. Salvo excepciones, ningún político ocupando un puesto de responsabilidad permitirá que le haga sombra y evidencie un subordinado más preparado que él; la disciplina de partido ante todo. Por lo tanto, con el paso del tiempo la estructura política quedará plagada de incompetentes, como postula Peter.

A la incompetencia, en Honduras, debemos incorporar otros dos adjetivos: la ignorancia y la malicia. Al incompetente le falta capacidad para desempeñar una función y al ignorante conocimientos, por lo que siempre será más peligroso un político ignorante en labores directivas que otro incompetente, debido a que al primero no hay forma de hacerle entender que es tonto y como intuya que lo piensas se te acabó el trabajo. Por el contrario, el político malicioso tiene capacidad y conocimientos para el desempeño de sus responsabilidades pero los emplea en beneficio propio, encubriendo sus acciones reprobables bajo una cobertura de legalidad y servicio público. Como verán, estoy identificando al político corrupto por antonomasia.

Un ejemplo de estructura donde observar la presencia de estas tres características, incompetencia, ignorancia y malicia, es la administración del Estado. Toda organización que navega sin rumbo definido sufre de los tres males clásicos, a saber: El ABUSO, pocos empleados realizan muchos trabajos; el DESUSO, muchos empleados trabajan menos de lo que deberían; el MAL USO, muchos empleados hacen lo que no deben. ¿Quién es el político responsable de esta Torre de Babel? Sin duda es el jefe del organismo. ¿Quién le puso en esa jefatura? De una forma u otra la estructura política partidaria.

En el segundo semestre del año 2014 me solicitaron un informe de inteligencia sobre el horizonte político hondureño, habida cuenta de la irrupción de los partidos Libre y Pac, que habían roto con el bipartidismo tradicional. Establecí el escenario más peligroso: que Libre se convirtiera en una estructura beligerante, dentro y fuera de las instituciones, distorsionando la vida política y social confrontando al gobierno. El menos probable: que ambas formaciones políticas generan estrategias y alianzas dentro del Congreso Nacional en torno a Manuel Zelaya, y fuera de la Cámara con Salvador Nasralla, a modo de faros guía para fortalecerse y atraer simpatizantes en detrimento del resto de formaciones. Y el más probable: que ambos partidos se debilitarían por problemas internos y de liderazgo, para terminar fracturados y con el personal emigrando nuevamente a los partidos tradicionales. Tres años después el escenario más probable lamentablemente se ha cumplido, y digo lamentablemente porque la debilidad de Libre y Pac es síntoma de la fragilidad de nuestra democracia.

Hace unas semanas, en el foro del Canal 10 expuse que la Alianza “anti JOH” realmente debilita a los integrantes de la misma, Libre, Pac y Pinu, mientras fortalece al nacionalismo y a su candidato. Un proyecto político cuyos cimientos se construyen sobre el objetivo de “fuera JOH” lleva incorporado su fracaso. Este triunvirato que sueña con la incorporación de Luis Zelaya liderando al liberalismo debería entender que es solo un sueño. El Partido Liberal, como tal, nunca se incorporará a la alianza. Sobre este párrafo escribiré próximamente.

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