El viacrucis del PAC

El viacrucis del PAC

Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

Confieso que soy uno de los muchos hondureños, sorprendidos con la crisis que atraviesa en la actualidad el Partido Anticorrupción (PAC), institución política que desde su creación, y hasta la finalización del proceso electoral general del 2013, presumía de ser el equilibrio que la democracia hondureña necesitaba.

El inicio del PAC fue alentador, logrando despertar la expectativa de una parte importante del electorado nacional por tres razones muy particulares; por un lado, la trayectoria profesional de su máxima figura, Salvador Nasralla, que no ha estado ligado a situaciones irregulares y de corrupción, en segundo lugar, parecía ser el partido político con mayor capacidad para absorber a electores independientes, y a nacionalistas y liberales indecisos y descontentos, y finalmente, se pensó que sus diputados electos, conformarían una bancada beligerante en el Legislativo.

Este escenario cambió muy rápidamente, Nasralla está pagando el precio de la novatez en política con actuaciones autosuficientes, el PAC no es ya una opción para los votantes de otros partidos y la bancada legislativa tardó muy poco en dividirse.

Esta conflictividad interna no es nueva, los “dimes y diretes” entre Nasralla y Marlene Alvarenga son solo el detonante de una crisis que inició con la descalificación de las actuaciones del excandidato a alcalde por San Pedro Sula, hoy regidor, Guillermo Milla, seguido de las diferencias con Luis Redondo y la deserción de figuras como Jaime Villegas y Ana Joselina Fortín entre otros.

Otro elemento desfavorable fue la alianza de Nasralla con el expresidente Manuel Zelaya Rosales, actual coordinador del Partido Libertad y Refundación (Libre), esta decisión no fue del agrado de la mayoría de sus dirigentes y simpatizantes.

Surgido bajo la bandera de la transparencia y la lucha anti corrupción, el PAC cayó rápidamente en la trampa de quienes le vieron como una terrible amenaza a sus intereses, perdió el rumbo de su propuesta, su liderazgo mostró serias debilidades ideológicas y nunca entendieron el concepto de disciplina partidaria.

Con un panorama difícil, un liderazgo dividido y con visibles rasgos de “infiltración” el PAC es hoy un partido en decadencia, incapaz de solventar sus problemas internos y sin la madurez política para escoger a sus nuevas autoridades y a los candidatos a cargos de elección popular, situación que ha obligado al Tribunal Supremo Electoral (TSE) a ejecutar las acciones que la ley le confiere para malestar de unos y satisfacción de otros.

¿Cuál es entonces el futuro de este instituto político? Los escenarios están bien marcados, el PAC con Nasralla a la cabeza, y con un cambio de actitud, dejando la prepotencia y apelando a los consensos, puede recuperar la credibilidad y el discurso que le llevó a obtener un caudal electoral superior a los 400 mil votantes.

Con Nasralla fuera del contexto, como parece que será, esta organización política, está condenada a ser un partido emergente más, de esos que no representan mayor importancia en cuanto a número de votantes, pero que son necesarios para ganar elecciones, y para consolidar el control del poder.

@aldoro/alromeroz@hotmail.com

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