¡Dios es justicia!

¡Dios es justicia!

Por Patricia D´Arcy Lardizábal

Irónicamente los líderes religiosos afirman que el humanismo es el gran enemigo de Dios; sin percatarse que vienen predicando un Dios completamente humanizado y al mismo tiempo inhumano con sus exigencias. Las conductas más bárbaras, injustas y perversas de los humanos han sido racionalizadas y justificadas diciendo que es la voluntad de Dios; cuando en verdad Dios no es bárbaro, ni perverso ni injusto. Dios es la justicia misma, según mi personal concepción de Dios.

Los humanos hemos definido los intereses de Dios a la medida exacta de nuestros intereses mezquinos. Es necesario empezar a concebir el humanismo como una forma de vida centrada en intereses y valores humanos y divinos. Los humanos a imagen y semejanza de Dios.

Es urgente una nueva concepción para renacer espiritualmente, avanzar científica y filosóficamente. Dios no ha dejado de inspirar a los humanos es lo que sinceramente siempre he creído.

Necesitamos una filosofía de la religión sin respuestas absolutas para las preguntas de siempre; una concepción que permita poner en tela de juicio las respuestas de los líderes religiosos, que permita discutir, disentir; que no obligue hablar eternamente sobre las antiguas teologías de las mismas maneras en un círculo vicioso.

Una filosofía de la religión donde ni siquiera admita una guerra sagrada de palabras discusiones semánticas; y mucho menos cruzadas, inquisiciones y jihads.

Una filosofía para la cual ningún libro sagrado constituye un camino más corto y directo que los demás; ningún profeta es más grande que los otros; ninguna nación es más querida por Dios; ninguna organización religiosa está más acertada que las demás. Donde cada organización religiosa no es más que otra que ayuda a los humanos a vivir a imagen y semejanza de un Dios que se actualiza permanentemente; porque ningún libro sagrado contiene infalibles palabras divinas y ningún templo de madera o piedra es superior o más sagrado que los demás; y todas las iglesias, mezquitas, sinagogas, y templos son lugares igualmente válidos para orar al Dios de todos los humanos al Dios único.

Una filosofía de la religión que nos enseñe que somos, energía divina, uno con Dios; y por lo tanto nunca nos hemos separado de Dios y mucho menos que él esté de acuerdo con la separación entre los humanos.

Una filosofía que admita que Dios aún se comunica con los humanos sin que se necesite ser especial o superior a los demás y mucho menos tener poderes sobrenaturales. Una filosofía de la religión que cualquier humano que lo desee con toda su alma puede convertirse en profeta, rabino, maestro o sacerdote, sin importar el género, el color de piel o preferencias sexuales; que asegure que cualquier humano en la actualidad puede convertirse en uno de los antiguos profetas y sea modelo de vida para los demás. “Las obras que yo hago también ustedes las harán; y harán obras aún más grandes que estas” advirtió alguien que se sintió igual a sus contemporáneos.

Personas como usted o yo, dijeron hace mucho tiempo: un auténtico profesor no es aquel que posee más conocimiento sino aquel que logra que sus alumnos aprendan más; un auténtico líder no es aquel que cuenta con más seguidores, sino aquel que crea más líderes; un auténtico maestro no es aquel que tiene más discípulos, sino aquel que crea más maestros.

Una teoría que enseñé que para Dios no existe el elegido privilegiado, que asegure que todos podemos cumplir misiones divinas y advierta que cuando la humanidad ha declarado haber encontrado al elegido, lo único que ha logrado es imposibilitar la labor de muchos otros mensajeros de Dios. Una nueva filosofía de Dios de autoestimación, que transcienda lo cultural y lo racial.

Que enseñe que los profetas de todas las religiones lo fueron por voluntad humana y divina; y por tanto todas las religiones pertenecen a un mismo Dios. Que enseñe que si todos nos comprometemos a mejorar a diario mediante un ejercicio de autosugestión lograremos mejorar el inconsciente colectivo de la humanidad; que enseñe el gran poder que ejerce nuestro subconsciente en nuestros actos; que enseñe que cada devoto creyente de un profeta puede implorar su espíritu, pero sin dejar de insistir que todos los profetas son inspirados por un mismo Dios y que cualquier humano puede invocar le sea dado el mismo espíritu concedidos a todos sus santos profetas.

Una filosofía de Dios que nos enseñe que Dios no necesita nada de nosotros; porque a él le basta que oremos dando gracias por todo lo que logramos de acuerdo a nuestra responsabilidad que nos impulsa a hacer lo que debemos hacer en todos los momentos de nuestras vidas. Que predique un Dios que no quiere nada, no obliga a nada, porque él lo es todo. Una nueva teología que no predique que Dios nos concede todo lo que necesitamos, porque nos vuelve irresponsables, perezosos y atenidos a él. Una nueva teología que no genere pedigüeños de favores divinos; porque por estar pidiendo a Dios no hacen lo que se debe hacer en el momento oportuno.

Una filosofía de Dios que nos enseñe lo benéfico que es la oración autosugestiva para mejorar la convivencia pacífica y feliz de la humanidad.

Una nueva filosofía de Dios que nos enseñe que todos los humanos somos hijos de un mismo Creador; que Dios es espíritu universal y como nosotros somos espíritu también, somos hermanos espirituales y carnales.

Una nueva teología que enseñe que la naturaleza, humanos y Dios, es una misma sustancia; que todo en el universo está en movimiento y hecho de la misma sustancia, aunque en diversas proporciones, combinaciones y diferentes momentos de evolución en el universo.

Que enseñe que hasta las cosas que no tienen capacidad para moverse y desplazarse miradas bajo potentes microscopios muestran moléculas, átomos, partículas subatómicas, protones, neutrones, electrones, leptones, neutrinos, hadrones, bariones, mesones, quarks, antiquarks en permanente movimiento por diferentes fuerzas: gravedad, electromagnetismo, etc. que enseñe que todo contiene partículas microscópicas que se mueven y todo lo que se mueve decimos que tiene vida, luego todo en el universo tiene vida; no hay nada en la vida que no sea una parte de la vida y Dios es vida, energía y espíritu universal, es unidad de lo tangible y lo intangible. Materia, moléculas, átomos, etc. son varios nombres para la misma sustancia constitutiva de la realidad total y jamás dudemos que, Dios es un todo.

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